La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) exigió a Min Aung Hlaing, jefe de la junta militar, que cesara la violencia. Además, demandó la liberación de los presos políticos en Myanmar (Birmania) tras el golpe de Estado. Todo esto sucedió en la reunión celebrada el 24 de abril en Yakarta, Indonesia.
Joko Widodo, presidente de Indonesia, presentó un consenso de cinco puntos. Aquí se incluye: el fin inmediato de la violencia. Entablar un proceso de diálogo. Mandar un enviado especial de la ASEAN. Proveer ayuda humanitaria. Y, por último, la visita de una delegación del grupo a Birmania.
Aunque la ASEAN tiene el principio de no injerencia, su participación es necesaria. Tienen la obligación de garantizar la paz y la estabilidad en sus países miembros como dijo el ministro de Singapur, Lee Hsien Loong.

El ministro de Singapur aseguró que la junta golpista representada por Min Aung Hlaing facilitará las reuniones con la ASEAN en su país. También aceptará algunos de los puntos acordados para el cese de la violencia en su país.
Posiblemente esta reunión fue celebrada de forma tardía. El régimen militar afirmó que el golpe de Estado duraría al menos un año, además de que no es garantía de que habrá una pronta paz en el territorio pese a las promesas de Aung Hlaing.
Por otra parte, la asistencia del jefe del Ejército de Birmania a la cumbre supuso el reconocimiento del régimen castrense. La ASEAN no invitó a representantes del gobierno birmano elegidos democráticamente y sí al principal responsable del golpismo. Aunado al hecho de que en ninguno de los cinco puntos del consenso se abordó una forma para restablecer al gobierno civil.
Se puso de manifiesto que la ASEAN tendrá una intervención moderada con la primordial tarea apaciguar la región.
Cabe señalar que entre los diez países que integran el bloque del Sudeste Asiático, Indonesia, Singapur y Malasia son los más proclives a actuar en la situación en Myanmar.
el contexto
El primero de febrero, los golpistas arrestaron al presidente Win Myint y a la líder de facto, Aung San Suu Kyi después de que su partido, la Liga Nacional de la Democracia (LND) ganó las elecciones presidenciales en noviembre del 2020 con el 80% de los votos e impidiendo que el Parlamento ratificara los resultados electorales en su primera sesión.
Pese a que desde hace una década Birmania inició su transición democrática -por medio siglo el gobierno fue ejercido por regímenes militares-, la milicia tuvo bastante injerencia en los asuntos gubernamentales debido a que la Constitución de 2008 les daba una cuarta parte del parlamento de manera automática además del control de los ministerios en Asuntos Internos, Defensa y Asuntos Fronterizos.
Desde el 2015 Suu Kyi y la LND habían gobernado al país. Durante las campañas electorales, la oposición el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP por su siglas en inglés), apoyado por los militares, acusaba a Suu Kyi de fraude electoral, aunque la comisión electoral de Myanmar, la UEC, no encontró evidencia, por lo que el ejército decidió destituir al gobierno civil.
la postura de la comunidad internacional
Tras el golpe militar, el Grupo de los 7 (G7) -Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos- pidió poner fin al estado de emergencia, restaurar el gobierno electo y liberar a los detenidos.
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden condenó el golpe e instó a los militares a dejar el poder inmediatamente después de los hechos del primero de febrero. El 29 de marzo, EE.UU. anunció las suspensión del comercio con Myanmar debido a la matanza contra civiles efectuada ese fin de semana durante la manifestación antigolpista.
Sin embargo, después de un mes, el país de las barras y las estrellas ha tenido una participación prácticamente nula. El supuesto primer reto internacional de la administración Biden ha sido enfrentado con parsimonia, mostrando su indiferencia en la región, sus acciones únicamente se han centrado en establecer sanciones comerciales, pese a sus señalamientos contra la escalada de violencia.

Myanmar es un territorio donde China mantiene fuertes intereses económicos y ha sido protegido del escrutinio internacional por el gigante asiático al considerarlo uno de sus aliados más cercanos. Hecho por el cual impidió que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tomara cartas en el asunto. El gobierno de Xi Jinping busca verse favorecido por este golpe de Estado.
A todo ello, se suma que el general Min Aung Hlaing negó la visita a su país a la enviada especial de Naciones Unidas, Christine Schraner Burgener, quien también intervino en la cumbre de la ASEAN, por lo que parece complicado que la situación sea tratada diplomáticamente por parte de la comunidad mundial.
A día de hoy, Aung San Suu Kyi sigue bajo arresto y, al menos, 3.371 políticos, así como activistas ciudadanos están detenidos. Además, el saldo de muertes es de 751, según la Asociación para la Protección de Prisioneros Políticos de Myanmar.