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Medio siglo de la primera gran «derrota americana»

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El 27 de enero se cumplen 50 años de la firma de los Acuerdos de Paz de París, mediante los cuales EE.UU. puso fin a su participación en la guerra de Vietnam tras casi dos décadas.

Apenas tres meses después de la rúbrica, los últimos soldados americanos abandonaban definitivamente el país, poniendo en entredicho el compromiso de Washington con sus aliados al dejar Vietnam del Sur en una situación poco menos que precaria.

El resto de la historia ya lo conocemos. Tan sólo dos años después de la retirada, las fuerzas comunistas rompieron el alto el fuego y, mediante una campaña relámpago, capturaron todo Vietnam del Sur en menos de dos meses.

Por tanto, si las fuerzas estadounidenses llevaban ya dos años fuera de escena, ¿por qué es una tendencia tan universal considerar Vietnam como una ‘derrota americana’? ¿Lo fue realmente?

Incluso hoy, los veteranos supervivientes afirman que Vietnam fue una derrota estrictamente política y no militar. Sus labios a menudo pronuncian el mismo lamento: “mientras estuvimos allí jamás perdimos una batalla”; siendo un sentimiento compartido por la mayoría de ellos el que durante todo el conflicto se vieron obligados a luchar “con una mano atada a la espalda”.

Si bien la verdad es que las derrotas americanas sobre el campo de batalla no fueron un fenómeno aislado (Ia Drang, Khe Sanh, Kham Duc, A Shau…), sí que es incuestionable que la debacle que propició el desenlace final fue un asunto político. En París, las concesiones de Washington evidenciaron el deseo de EE.UU. de salir de Vietnam a cualquier coste, sentenciando a sus aliados de Saigón y enviando un mensaje de optimismo a sus adversarios. Tal y como el líder comunista, Ho Chi Minh, había profetizado diez años antes, Vietnam había terminado por cansarles y, desesperados, sólo buscaban una puerta de salida.

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Soldados estadounidenses embarcando en un B707 de Pan American Airlines en el aeropuerto de Da Nang (1973) | CBS

Para finales de los sesenta el conflicto se había estancado en un macabro punto muerto. Si bien las fuerzas comunistas no habían sido capaces de lograr ninguna victoria estratégica notable, un informe del Pentágono, fechado en noviembre de 1967, admitía que la guerra en el sudeste asiático era imposible de ganar militarmente. Las muertes civiles superaban los dos millones y la mitad de las infraestructuras habían sido destruidas.

No resulta difícil identificar al primer americano derrotado en Vietnam que, sin duda, fue Lyndon B. Johnson. La escalada sin control del conflicto tuvo consecuencias devastadoras en EE.UU., haciendo mella en sus índices de popularidad y en su salud física a partes iguales. La noche del 31 de marzo de 1968, el presidente compareció en televisión para anunciar su negativa a presentarse a la reelección en noviembre. Él mismo había ordenado, tres años antes, el envío de las primeras tropas de combate americanas al país tras casi una década de insurgencia comunista en el Sur.

No obstante, la llegada de los primeros Marines, en marzo de 1965, distó mucho de traer la ‘operación policial’ que se había diseñado en los despachos del Estado Mayor. En 1968 morían de media 45 soldados estadounidenses en Vietnam cada día. Mientras Johnson pronunciaba su discurso aquella noche, sus tropas en el país alcanzaban la cifra récord de 565.000 y la lucha había irrumpido por primera vez en las ciudades durante los festejos del año nuevo. Además, los combates habían convertido a uno de cada cinco survietnamitas en refugiado, alcanzando también a las naciones vecinas de Laos y Camboya, donde estallaron sendas guerras civiles.

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Marines americanos evacúan a sus heridos a lomos de un blindado M-48 ‘Patton’. Esta instantánea de John Olson, para LIFE Magazine, tomada en Hué el 15 de febrero de 1968, es una de las instantáneas más célebres del conflicto

El candidato republicano, Richard M. Nixon, fue quien se alzó, finalmente, con la victoria en los comicios de aquel año. Con la promesa de conseguir “una paz con honor en Vietnam”, inició conversaciones en secreto con los comunistas al tiempo que hacía pública su intención de retirar a todas las tropas de infantería antes de concluir su primer mandato. Fruto de la labor de su secretario de Estado, Henry Kissinger, las negociaciones cristalizaron en los acuerdos de enero de 1973.

Las cláusulas de los mismos constataban una derrota sin ambages. El hecho de que Washington aceptara retirarse de un país en el que habían muerto 50.000 de sus soldados sin que su adversario correspondiese el gesto suponía una humillación difícil de maquillar.

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Firma de los Acuerdos de paz de París | DEFENCE-IN-DEPTH

A finales de abril, los últimos soldados estadounidenses y surcoreanos abandonaban el puerto de Da Nang rumbo a casa. Atrás quedaban 150.000 soldados norvietnamitas, a quienes los acuerdos permitían quedarse en Vietnam del Sur para ‘colaborar en la protección de los distritos revolucionarios’. Y es que, en efecto, a los comunistas del Vietcong y sus aliados se les permitió mantener el control de las zonas que habían ocupado durante el conflicto. Gracias a ello incluso pudieron establecer una ‘capital revolucionaria’ en Loc Ninh, una pequeña ciudad de unos 30.000 habitantes, a apenas 90km por carretera de Saigón.

Vietnam del Sur quedaba cuarteado en lo que se denominó ‘mapa de manchas de leopardo’, por la gran cantidad de ‘distritos revolucionarios’, coloreados en rojo, que salpicaban el terreno controlado por el gobierno (amarillo).

Para calmar los ánimos de su homólogo, Nixon se entrevistó hasta en tres ocasiones con el presidente survietnamita, Nguyên Van Thieu, durante los meses siguientes. En todas y cada una de ellas le aseguró que, en caso peligro, las tropas norteamericanas regresarían. En tanto, Washington concedía a Saigón un paquete de ayuda militar por valor de 2.200millones de dólares anuales, amén de varios programas de asistencia económica.

Pero Thieu tenía motivos para sentirse intranquilo. Con los demócratas controlando la mayoría de escaños del Congreso, la ayuda destinada se redujo en un 50% a comienzos del año fiscal de 1973, votándose de nuevo su reducción en un 40% al año siguiente. Para abril de 1974 la ayuda militar se había reducido a apenas 800millones y la economía survietnamita había entrado en barrena.

Tras veinte años de guerra, el modelo económico nacional se había orientado a satisfacer las necesidades derivadas de la misma. Con la marcha de los soldados, periodistas y médicos extranjeros, Vietnam del Sur perdió una ‘población flotante’ de más de un millón de personas que, además, eran las que disponían de un mayor poder adquisitivo. El sector servicios implosionó, catapultando los índices de desempleo nacional al 30%. Con la mitad del campo en ruinas, el precio del kilo de arroz se cuadruplicó.

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Soldados survietnamitas avanzan por un poblado del Mekong durante la campaña de julio de 1973 | CORBIS

Así las cosas, estaba claro que quien controlara el delta del Mekong controlaría Vietnam del Sur. Esta región, la más densamente poblada del país, era (y sigue siendo) su principal banco de alimentos. En disputa desde el comienzo de las hostilidades, ambos bandos violaron el alto el fuego en verano de 1973, cuando sus tropas irrumpieron en los distritos agrícolas para asegurar las cosechas.

La campaña concluyó con una victoria táctica sureña, pero al año siguiente los comunistas pasaron de nuevo a la ofensiva. Washington no movió un dedo y, en efecto, 1974 cerró como el segundo año con más soldados sureños muertos en combate.

En agosto de ese mismo año Nixon se había visto obligado a dimitir como consecuencia del escándalo del Watergate. Su sucesor, Gerald Ford, consciente de que necesitaba un milagro que diese opciones a los republicanos en las elecciones de 1976, se volcó en seducir al electorado. A sabiendas de la aversión que Vietnam generaba en el americano medio, en un discurso pronunciado en la Universidad de Louisiana, poco después de ser investido, afirmó: “la guerra en Vietnam ha terminado en lo que a América concierne”.

Hanói no necesitaba más indicaciones. En las navidades de 1974 sus tropas atacaron y capturaron la provincia de Binh Phuoc, conectando la ruta Ho Chi Minh con la red nacional de carreteras survietnamita. Desde 1972 buena parte de la ruta había sido asfaltada, contaba con un oleoducto para bombear combustible desde el Norte, y el viaje al Sur (que en 1966 se hacía a pie y duraba seis meses), podía cubrirse cómodamente en autobús en apenas una semana.

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Evacuación de la embajada norteamericana de Saigón el 29 de abril de 1975 | Juan Valdez

Peor aún, con la aviación estadounidense ausente, Hanói no tuvo impedimentos para poner sobre el tablero cantidades industriales de carros de combate como punta de lanza de su gran ofensiva final, que arrancó el 10 de marzo de 1975.

Los Marines regresaron a Vietnam cuando ya era tarde. Con la guerra perdida y los blindados comunistas entrando en Saigón, Washington apenas envió a 750 hombres cuya misión, lejos de revertir los acontecimientos, era la de clausurar su embajada y evacuar a los ciudadanos estadounidenses que aún quedaban en la ciudad. Tan sólo tres horas después de que el último de sus helicópteros despegara de la azotea de la cancillería, las tropas comunistas capturaban el palacio presidencial de Saigón. Era el 30 de abril de 1975.

Desde el comienzo de la insurgencia (en 1957) hasta las primeras horas de la mañana de aquel día, 58.293 soldados y asesores de EE.UU. perdieron la vida en Vietnam. Entre ellos se encontraba el hijo adoptivo de Graham A. Martin, el embajador que, en aquellas frenéticas horas, tuvo que gestionar la evacuación y el cierre de su legación.

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