abril 2022
En noviembre del 2019, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en una entrevista en el semanario británico The Economist, consideró que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) estaba en estado de muerte cerebral y que Europa, debido a su dependencia de la Alianza Atlántica, liderada por Estados Unidos, estaba al borde del precipicio y afrontaba el riesgo de desaparecer geopolíticamente.
Macron había realizado este análisis tras la decisión del entonces presidente estadounidense, Donald Trump, de retirar unilateralmente a sus fuerzas del norte de Siria, ya que en su opinión, Washington estaba dando la espalda a Europa y el hecho reflejaba la descoordinación entre los aliados de la OTAN y EE.UU para tomar decisiones estratégicas. Por otra parte, la declaración del mandatario francés ocultaba su principal interés: impulsar la creación de un ejército europeo, debido a que dudaba de la efectividad del artículo quinto de la organización, que establece el principio de defensa colectiva.
Durante la cumbre de la OTAN en Londres ese mismo año, Emmanuel Macron llamó a tener un diálogo estratégico con Rusia, que era el principal foco de preocupación de los países bálticos desde el conflicto en Ucrania en el 2014.

Esta afirmación ha envejecido mal. La OTAN ha despertado del “coma” y está siendo fortalecida gracias a que la invasión de Rusia en Ucrania ha provocado que los países recuerden que la Alianza Atlántica es el único organismo capaz de protegerlos de la amenaza que supone Moscú.
Incluso, Macron ha cambiado su postura. El europeísta se ha convertido en garante de la OTAN ya que su contrincante en la segunda vuelta de las elecciones al Elíseo, la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, propone que la Alianza estreche vínculos con Rusia tras el final de la guerra en Ucrania para evitar una unión entre Moscú y Pekín, está a favor de que Francia abandone el mando aliado de la OTAN, aunque no renuncie al artículo 5, algo que el actual mandatario rechaza para mantener el statu quo, y está dispuesta a poner fin a la participación francesa en los programas conjuntos de armamento.
Lejos de buscar un consenso en el seno de la Unión Europea para lograr una Europa de la defensa, los países europeos mantienen su dependencia de seguridad de la organización transatlántica (y de los Estados Unidos), y la refuerzan cuando los socios no alineados desean pertenecer a dicho grupo de treinta integrantes, como es el caso de Suecia y Finlandia.
Recientemente, las primeras ministras de estos países nórdicos, Magdalena Andersson, de Suecia, y Sanna Marin, de Finlandia, celebraron una reunión para discutir una hipotética adhesión en la Alianza. En dicha reunión, las jefas de Gobierno coincidieron en señalar que la guerra entre Rusia y Ucrania cambia la política de seguridad europea y exige un nuevo análisis, incluida la relación con la OTAN.

Sanna Marin declaró que Helsinki podría solicitar su unión a la alianza en cuestión de semanas, pudiendo ser antes o durante la cumbre ordinaria de los líderes de la alianza militar en Madrid, del 29 al 30 de junio. Por su parte, Magdalena Andersson fue más prudente, evitó hablar de plazos concretos y dijo que la nueva situación será examinada de forma exhaustiva. Cabe señalar que cada país tomará su decisión de forma independiente con respecto a sus acuerdos de política de seguridad.
La discusión parlamentaria tanto en Helsinki como en Estocolmo ya ha iniciado. La Eduskunta, el parlamento finlandés, presentó un informe donde abordan los pros y los contras de la membresía en la OTAN. En él prevén tensiones en su frontera con Rusia, ya que la actual frontera terrestre de la Alianza Atlántica con Moscú pasaría de mil trescientos a dos mil seiscientos kilómetros si Finlandia decide ingresar a la alianza militar.
A pesar del informe, la ministra finlandesa de Asuntos Exteriores, Tytti Tuppurainen, dijo que es muy alta la probabilidad de que Finlandia presente su candidatura para ingresar a la Alianza Atlántica. Además, el ministro finlandés de Relaciones Exteriores, Pekka Haavisto, sostuvo que la decisión la tomarán en conjunto el Gobierno con el presidente de la República.

En el caso de Suecia, la revisión de las opciones de política de seguridad deberá estar listo antes del 31 de mayo para ser presentado en el Riksdag, parlamento sueco. Por otra parte, el Partido Socialdemócrata de Andersson anunció la apertura de un debate interno.
Si Suecia, que no tiene frontera directa con Rusia, decidiera sumarse a la OTAN, las operaciones en el mar Báltico serían más sencillas, todos los países con costa allí, salvo Moscú, pertenecerían al grupo. Además, Estocolmo incorporaría a la alianza la estrategica isla de Gotland, donde sería posible defender parte del mar Báltico, Letonia, Lituania y Estonia.
Ante esto, la reacción de Moscú no se ha hecho esperar. El Kremlin advirtió sobre las consecuencias que tendría el fin de la neutralidad para esos países y para la seguridad europea. El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitry Mendedev, amenazó con desplegar misiles Iskander, armas hipersónicas y barcos con armas nucleares en el mar Báltico, aunque el ministro de Defensa lituano, Arvydas Anusauskas, aseguró que Rusia ya mantiene armas nucleares en Kaliningrado (un enclave ruso fronterizo con Polonia y Lituania).

Cabe recordar que la principal razón por la cual inició la “operación militar” en la región del Donbás fue precisamente, porque Ucrania pretendía integrarse a la OTAN, por lo que podríamos estar frente al preludio de una nueva escalada de tensión en Europa, pese a que las disputas territoriales de Moscú con Helsinki y Estocolmo son distintas a las que tiene con Kiev y todavía resulta más difícil pensar en ese escenario cuando los esfuerzos militares rusos están concentrados en Ucrania.
Rusia se opone a cualquier expansión de la OTAN, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov advirtió que el bloque «no es ese tipo de alianza que garantiza la paz y la estabilidad, y su mayor expansión no traerá seguridad adicional al continente europeo».
En todo caso, la Alianza saldría beneficiada con esta ampliación puesto que Finlandia y Suecia tienen capacidades militares significativas y son zonas estratégicas importantes. El secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, recibirá con los brazos abiertos a los dos países nórdicos si deciden dar el paso, más aún si consideramos que tanto las fuerzas finlandesas como las suecas han colaborado desde hace años con las tropas de la OTAN y que cuentan con los requisitos para ser adheridas de una manera rápida.

Volviendo al tema de la OTAN, el presidente estadounidense, Joe Biden, después de la cumbre extraordinaria del tratado de Washington en Bruselas, el pasado 24 de marzo, destacó que la Alianza Atlántica “nunca ha estado más unida” que en este momento.
“La OTAN nunca, nunca ha estado más unida que hoy. Putin está obteniendo exactamente lo contrario de lo que pretendía como consecuencia de entrar en Ucrania”, dijo Biden después de una reunión con los líderes de la Alianza, desde Bruselas.
Ese mismo día, la OTAN renovó por un año el mandato de Stoltenberg, permanecerá al frente de la organización hasta el 30 de septiembre de 2023, y anunciaba que reforzaba su presencia en el flanco oriental. Además, el secretario general recordó que EE.UU. tiene cien mil soldados en Europa y que otros cuarenta mil operan bajo el mando directo de la alianza militar.

¿del aukus al JAKUS, la versión del Pacífico de la OTAN?
El pasado 12 de abril, The Sankei Shimbun en su reporte diario publicó que los miembros del AUKUS (Australia, Estados Unidos y Reino Unido) habían invitado, no oficialmente, a Japón para que participara en la alianza estratégica militar con la finalidad de que Tokio incorpore sus capacidades tecnológicas en el desarrollo de armas hipersónicas, así como reforzar las capacidades de guerra electrónica.
Hirokazu Matsuno, secretario general del gabinete japonés, salió al paso de este reporte, negando está información que vincula al país nipón con esta asociación estratégica, que busca contrarrestar la creciente influencia de China en el Pacífico y que dotará a Australia de submarinos de propulsión nuclear.
El rumor, que fue calificado como inexacto por la Casa Blanca, ha puesto en alerta a Pekín que ve al AUKUS como una versión Asia-Pacífico de la OTAN y ha advertido que con esto solo se logrará una carrera armamentística en la región.
conclusión
Queda claro que Vladimir Putin no logró dividir a la OTAN con su guerra contra Ucrania. La Alianza Atlántica está recibiendo grandes impulsos con las aspiraciones de Finlandia y Suecia por ser parte de los miembros, aunque aún está por ver cómo afectará el balotaje en Francia a la organización.
Francia es una potencia nuclear y un país central en el proyecto común, de hecho, fue uno de los miembros fundadores de la alianza. El triunfo de Le Pen, aunque es poco probable, los sondeos señalan a Macron como favorito con una intención de voto entre el 53 y el 55%, supondría un cambio radical del aliado más antiguo y leal de los Estados Unidos, lo que debilitaría el frente occidental.
De momento y sin importar lo que ocurra en las campañas electorales francesas ni la versión de la alianza en el océano Pacífico, la OTAN ha recobrado su sentido, está unida y pronto podría ser fortalecida. La Alianza Atlántica está más viva que nunca.
