Terminó muy pronto la luna de miel entre el presidente Joe Biden y su pueblo, los Estados Unidos (EE.UU.). Este romance duró menos de lo esperado. Biden inicia su segundo año de mandato con el 41% de aprobación, según la última encuesta de NPR/PBS NewsHour/Marist, producto de decisiones controversiales y políticas con nulos efectos ante problemas sociales, entre las que encontramos:
El retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán. Esto ha generado la sensación de que la seguridad nacional está en riesgo de recibir nuevos ataques terroristas ahora que el país ha vuelto a ser controlado por los talibanes. Además de que ello supone analizar la estrategia militar como un fracaso por no establecer en todos estos años statu quo en el territorio, por los 2.26 billones de dólares gastados en la guerra y por los 2 mil 443 soldados estadounidenses, los 1,144 soldados aliados y 71 mil civiles muertos en este tiempo, según cifras del proyecto Costs of War.

El manejo de la pandemia. Ante las nuevas variantes Delta y Ómicron, EE.UU. ha registrado números récord de contagios desde finales de diciembre pese al esfuerzo del presidente por hacer que los ciudadanos se vacunen. De acuerdo con datos de Our World in Data el 75% de la población tiene al menos una dosis y el 62.6% está completamente vacunada. Hasta el 11 de enero de 2022, desde que inició las crisis sanitaria, Estados Unidos ha registrado 61.9 millones de casos y 839 mil defunciones a causa de la COVID. A ello hay que sumar la nula respuesta que ha tenido Biden a su solicitud para que las farmacéuticas compartan las patentes a los países que más lo necesitan.
La división en el partido Demócrata entre progresistas y moderados. Pese a que esto no es un asunto directamente relacionado con el presidente, esto ha provocado que el plan social Build Back Better esté estancado. Este plan consiste en la inversión de medio billón de dólares para combatir el cambio climático y de 400.000 millones de dólares para ofrecer guarderías gratis en el país, la licencia de maternidad remunerada, la reducción de precios de las medicinas y la ampliación del servicio de salud pública. El programa más ambicioso de Biden lleva tres meses sufriendo debates y negociaciones que han impedido conseguir los 50 votos necesarios para aprobarlo en el Senado, aun cuando el partido demócrata tiene mayoría en el Congreso.

Además de ello, hay que sumar la inflación, los precios disparados de la Bolsa de Valores de Nueva York, el aumento en el consumo y el alto número de oportunidades de empleo que han afectado la economía de los estadounidenses por el incremento a los productos básicos y de la gasolina.
Biden tiene que hacer frente a estos retos, pero también debe de resolver el tema de la migración. La actual administración necesita urgentemente sacar adelante la tan necesaria reforma migratoria que permita legalizar a los indocumentados, así como aplicar el programa “Quédate en México”.
Estados Unidos tiene un desparpajo en su casa. Algo de razón tenía la política America First que proclamó Trump. Sin darle validez a ella, Washington debe de resolver primero sus problemas internos, si es que quiere hacer frente a los desafíos del exterior, los cuales son:

Contener a Rusia y a China. La agenda internacional de Biden inicia con resolver el asunto de las tropas rusas en la frontera con Ucrania. La Casa Blanca ya entabló diálogo con el Kremlin para evitar que los soviéticos invadan este país de Europa del este. Este lunes durante el encuentro denominado Diálogo de Seguridad Estratégica, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, afirmó que Moscú no tiene la intención de invadir Ucrania.
Sin embargo, el ministro ruso exigió que los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) frenen su expansión en naciones ex soviéticas. Este es el punto en discordia puesto que Washington sostiene que tal demanda atentaría sobre la soberanía de los países de elegir sobre su seguridad. Pese a ello ambas naciones se mantienen dispuestas a lograr el consenso que evite que EE.UU. y la OTAN impongan sanciones a Rusia.

La situación con China es menos crítica, pero sumamente importante para los intereses estadounidenses. El 2021 estuvo marcado por fuertes tensiones como: el desacuerdo entre ambas partes del origen de la pandemia, la expansión del armamento nuclear por parte de China, la crítica de la Casa Blanca al gobierno chino por la represión en contra de los musulmanes uigures al noreste del país asiático y la disputa por la presencia militar estadounidense en Taiwán, aunado a la guerra comercial.
Pese a estos desencuentros, en la última reunión que Biden sostuvo con su homólogo Xi Jinping expresaron su deseo de evitar un conflicto abierto mediante la comunicación y la cooperación. Ello transmite tranquilidad, aunque ambas potencias mantengan sospechas entre sí por su fuerte competencia en materia económica, política y de seguridad y que Washington esté expectante a lo que ocurra en Taiwán. Por ahora, Biden puede concentrarse en otros asuntos viendo de reojo éste, porque es uno de los puntos clave de su agenda política exterior.
El bloqueo a Cuba, sanciones a Nicaragua y Venezuela y los planes para reducir los flujos migratorios desde Centroamérica completan la lista de asuntos señalados en la agenda internacional de Biden para este año.

Pero el tema más importante de este año son las elecciones legislativas de noviembre. El éxito o fracaso de Biden en los puntos antes señalados pasa por que su partido mantenga el control tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, algo que resulta complicado por la baja popularidad de Biden, la división entre los demócratas y porque tienen el antecedente de que las elecciones para gobernador de Virginia de 2021 ganó el republicano Glenn Youngkin por primera vez desde 2009.
Estas votaciones resultan cruciales para el 2024, porque las aspiraciones de Donald Trump por contender a las elecciones presidenciales están supeditadas a los resultados de este proceso. Lo más importante de ello está en el mensaje que envíe Estados Unidos al mundo para ver si supera la herida abierta por el 6 de enero de 2021, cuando el Capitolio fue asaltado por simpatizantes de Trump como un acto de insurrección, generando polarización entre demócratas y republicanos y amenazando la democracia.
Durante su discurso por el aniversario de este suceso, Biden aseveró que la democracia global está en amenaza mortal y que Rusia y China están expectantes de lo que ocurra puesto que creen que EE.UU. es un terreno fértil para la autocracia y la dictadura. De esta forma Joe Biden tendrá la principal tarea de salvaguardar la democracia, de garantizar elecciones pacíficas y transparentes y, particularmente, recuperar la intención de voto a su favor para evitar que su administración sea considerada como un fracaso y sobre todo, para que el país no termine por fragmentarse.
La agenda política de Estados Unidos pasa principalmente por las elecciones intermedias, porque el éxito de la política exterior inicia con la política interior. El desafío que tiene Biden es arreglar los asuntos de su casa.