febrero 2022
Muchos habrán oído esta expresión cuando se trata, por ejemplo, la situación actual en Ucrania o la que se vivió hace años en Libia y en Siria. Hoy en día, enmarcar un conflicto bélico como guerra por delegación, guerra subsidiaria o proxy war se ha vuelto recurrente cuando se abordan enfrentamientos entre dos o más bandos rivales en el escenario internacional. Pero por más que este término tenga ahora mayor visibilidad, el empleo de este tipo de guerra no es nada nuevo. A lo largo de la historia, han existido varias contiendas que se podrían categorizar como guerras proxy.

¿qué es una guerra por delegación o proxy war?
A pesar de que no hay definiciones cerradas sobre este fenómeno, se podría hacer una aproximación mencionando, en primer lugar, que esta clase de guerra se da cuando, existiendo un enfrentamiento entre bandos enemigos, un actor o actores externos al conflicto se inmiscuyen de forma directa o indirecta respaldando a uno de los bandos enfrentados. Por regla general, la intervención de actores que en teoría eran ajenos al conflicto y el apoyo a uno de los bloques se justifica por la consecución de intereses económicos, estratégicos o energéticos, entre otros.
Para ejemplificar la definición, se puede mencionar el caso de la guerra de Siria del año 2011 para ver cómo funciona una guerra por delegación. En este conflicto, una miríada de intereses internos y externos confluyeron en este país de Oriente Medio. En un contexto donde la guerra civil ya estaba en marcha entre el gobierno de Bashar al-Ásad y la oposición siria, hicieron aparición una serie de actores externos con el objetivo de alterar el rumbo del enfrentamiento en beneficio propio. Así, la entrada en escena de figuras tan dispares como Estados-nación (EE.UU., Rusia, Israel, Irán o Turquía), Estados no reconocidos (el pueblo kurdo), organizaciones terroristas (Estado Islámico de Irak y Levante o Hezbolá) o voluntarios de todo el mundo, terminaron por afectar de forma tajante el resultado de la guerra.

En mitad de la cruenta guerra civil, gobierno y oposición se vieron apoyados militar, tecnológica y económicamente por distintos organismos que únicamente buscaban obtener rédito del conflicto. En Siria se pudo observar de manera más clara cómo una nación extranjera puede actuar de forma directa o indirecta en una guerra.
Hablando de intereses concretos, se puede apuntar a la conveniencia que Moscú mostraba con el régimen de Bashar al-Ásad para poder mantener a la Armada de Rusia en el puerto sirio de Tartús, en el Mediterráneo. Por otro lado, Estados Unidos buscaba por todos los medios mantener la influencia en el país —considerado como un eje geoestratégico para Washington— y controlar el auge del extremismo islámico en la región, por eso intercedió en favor de la oposición al gobierno. Por estos y otros motivos, los intereses y el consecuente posicionamiento de cada actor fueron determinantes para transformar un conflicto local en una contienda de carácter internacional.
¿hay beneficios al emplear las proxy wars?
Si la práctica de este modelo de guerra no conllevara grandes beneficios para los países que las fomentan, hace mucho tiempo que se hubieran dejado de emplear las proxy wars.
En primer lugar, hay que entender el creciente rechazo que existe en el mundo a la guerra. Esto se observa con especial énfasis en naciones desarrolladas, democráticas, occidentales u occidentalizadas, ya que el hecho de que una sociedad se vea arrastrada a un conflicto armado en donde a simple vista no se aprecian los posibles intereses o ganancias, podría provocar una respuesta social contundente ante el gobierno que ha decidido participar en el conflicto. Por esta razón, la involucración indirecta en enfrentamientos bélicos ajenos mediante el uso de la guerra por delegación, puede ayudar al gobierno que las promueve a no ver afectada su reputación a nivel nacional.
En segundo lugar y de cara a la opinión internacional, un gobierno que emplea la guerra subsidiaria en un conflicto siempre podrá negar la participación en el mismo. Ya sea mediante la transferencia de conocimiento, de tecnología, apoyo logístico y militar, respaldo económico o asesoramiento diplomático; la intervención indirecta siempre será más fácil de ocultar de cara al exterior, aunque en muchos casos se ha podido ver cómo las aportaciones de ciertos países en una guerra traspasaban las bambalinas y quedaban expuestas al público.
En tercer lugar, el ahorro económico que suponen. Intervenir en una contienda a través de proxy war implica, en principio, dejar de gastar en todo lo vinculado con una guerra de tipo convencional. Transporte, despliegue, mantenimiento, entrenamiento, logística, sueldos o material; son algunos de los factores que se pueden evitar al emplear una guerra subsidiaria.
Por último, permite concentrar el músculo militar donde realmente se necesita. En este apartado se puede hablar de Estados Unidos. Con las miras puestas en Asia-Pacífico por el tremendo desafío que supone el crecimiento de China, la situación en Ucrania no es el acontecimiento más favorable para Washington. Dadas las circunstancias —a pesar de ser improbable— EE.UU. podría recurrir a una guerra por delegación para no dejar flancos débiles en su misión primordial. Para ello, el recurso de las compañías militares privadas (CMP) como proxies sería de gran ayuda para un país que tiene varios frentes abiertos. A decir verdad, los dos abanderados del empleo de CMP en el mundo en los últimos años han sido Rusia y Estados Unidos.
ejemplos del empleo de guerras subsidiarias
Como se mencionaba al comienzo del artículo, las guerras subsidiarias no son una novedad. Ya desde el siglo XX, algunos apuntan que desde mucho antes, la participación indirecta de potencias en conflictos externos a ellas era una práctica común.

Uno de los fenómenos históricos donde claramente se vio todo lo que se ha comentado hasta ahora es la Guerra Fría. Como muchos sabrán, casos como la guerra de Vietnam, (1955-1975), las guerras civiles de Angola (1975-2002), Nicaragua (1979-1990), Guatemala (1960-1996) y El Salvador (1979-1992) o el intento de invasión soviética de Afganistán (1978-1992); ilustran a la perfección la injerencia de potencias extranjeras situadas a miles de kilómetros de distancia de los conflictos armados que estaban sucediendo en la época, pero que los intereses conseguían acercar sobremanera.
En la actualidad, solo hace falta mirar hacia el este de Europa, entre otros lugares, para ver cómo se están desarrollando las guerras por delegación y la efectividad que tienen. El Kremlin, a través de la guerra híbrida, la proxy war y, recientemente, mediante la guerra directa —como se ha visto en Ucrania estos últimos días—, ha conseguido avances geoestratégicos muy significativos. Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, junto con Crimea y el Donbás en Ucrania; han caído bajo la influencia rusa sin encontrar mayores impedimentos. El futuro de las guerras por delegación se ve hoy en la eficacia y en los beneficios que aportan a los países que las implementan alrededor del mundo.
