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COP27: la importancia de las reparaciones en la lucha contra el cambio climático

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP, por las siglas de Conference Of the Parties of the UNFCCC, es una reunión que junta a Estados, empresas y activistas climáticos para buscar soluciones a la situación de emergencia climática en la que se encuentra nuestro planeta. En este año 2022, la conferencia bautizada como COP27 ha tenido lugar en Sharm el-Sheikh, Egipto, volviendo al continente africano tras 8 años.

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Captura de la conocida aplicación de tráfico aéreo FlightRadar24 antes del comienzo de la Conferencia, mostrando la congestión del tráfico aéreo sobre el Canal de Suez por el extendido uso de jets privados | NIUS

No cabe duda de la presencia de esta cumbre en el foco mediático internacional, especialmente de las controversias surgidas antes y durante su celebración. El arresto y encarcelamiento de activistas políticos y climáticos por parte del gobierno egipcio, especialmente del activista británico-egipcio Alaa Abdel Fattah; el patrocinio de una de las mayores productoras de plástico, Coca-Cola; y la imagen de los jets privados de los dirigentes mundiales llegando a la cumbre climática, entre otras. Sin embargo, una de las mayores controversias dentro de las negociaciones ha sido la cuestión de “pérdidas y daños”, concepto relativamente novedoso, pero de gran impacto en la agenda climática global.

¿En qué consiste el concepto de «pérdidas y daños» en el ámbito climático?

Las conversaciones en torno al cambio climático se han centrado tradicionalmente alrededor de dos conceptos, “mitigación”, o reducción de los gases de efecto invernadero, y “adaptación”, o la adopción de medidas para frenar los efectos del cambio climático. Sin embargo, estos dos conceptos no han sido suficientes para paliar el ritmo de destrucción que está causando la crisis climática en muchos lugares del mundo, especialmente en los países con menos recursos económicos y los pequeños estados isleños que, a su vez, son los Estados menos contaminantes. Esta situación da lugar a la introducción del concepto de “pérdidas y daños”, que a veces se denomina “reparaciones”, engloba los impactos destructivos del cambio climático que no pueden ser evitados mediante mitigación o adaptación.

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Incendios forestales, inundaciones, sequías extremas y huracanes son algunos de los efectos más comunes del cambio climático y tienen cada vez más frecuencia | ASCE

Entre estos impactos destructivos encontramos ejemplos en acontecimientos recientes como las inundaciones de Pakistán en agosto de este año que dejaron más de 1400 fallecidos, las declaraciones de científicos sobre la desaparición de islas como las Maldivas debido a la subida del nivel de mar antes de 2100, la sequía de Etiopía que se registra como la peor en 40 años, etc. Las inundaciones, sequías, huracanes, deslizamientos e incendios forestales son cada vez más comunes y, con ellas, aumenta el peligro para el bienestar de las poblaciones.

Sin embargo, el concepto de “pérdidas y daños” no se centra solo en la pérdida de vidas humanas. Esta noción incorpora un ámbito económico, referido a los daños producidos a los medios de subsistencia y de propiedad, y un ámbito no económico, entre los que se engloban tanto las pérdidas humanas como de seres vivos, de biodiversidad e, incluso, de patrimonio cultural y costumbres.

«Pérdidas y daños» en las consecutivas COPs

A pesar de que el concepto se introdujo en la década de 1990 en las conversaciones climáticas por el grupo de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, conocidos como SIDS por sus siglas en inglés, el poco poder de estos en la escena internacional hizo que este concepto no fuera incluido en documentos de suma importancia como el Protocolo de Kioto. Entre 2007 y 2012, comenzó a discutirse centrándose en la concienciación más que en la financiación, el factor importante de este enfoque.

Esto parece cambiar en el COP19 de 2013, cuando se establece el Warsaw International Mechanism for Loss and Damage que, sin embargo, no contempla compensación o responsabilidad en estos casos extremos. Lo cual vuelve a ocurrir en el Acuerdo de París de 2015, se incluye un artículo que reconoce el concepto de “pérdidas y daños”, pero no la compensación, debido a la falta de interés de los países desarrollados en este ámbito, al no ser ellos afectados (pero, que no se olvide, sí los que más aportan a que se empeore el cambio climático).

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Protestas de “Fridays for Future” en el que se pide dinero para las pérdidas y daños causados por el cambio climático | Peter de Jong

Desde 2015, las Conferencias sobre el Cambio Climático que se han ido sucediendo han tenido en mente las “reparaciones”, siempre de manos de los países más afectados, pero sin ningún progreso aparente. ¿Ha sido diferente el caso de la COP27 en Sharm el-Sheikh?

Sharm el Sheikh, ¿triunfo de los países en desarrollo?

Ya antes del comienzo de la Conferencia de Sharm el-Sheikh, muchas voces la bautizaban como “la COP de África”. Su localización daba a entender que se llevarían a coalición temas de importancia para el continente africano, especialmente teniendo en cuenta que África es el continente más vulnerable al cambio climático. La sola introducción de “pérdidas y daños” como tema principal de la Conferencia ha sido un gran avance para estas naciones, que han visto sus inquietudes llegar al centro de la mesa a pesar de las controversias suscitadas.

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Bandera de la Conferencia de las Naciones Unidas por el Cambio Climático número 27 en Sharm el-Sheikh | Open Access Government

La COP27 finalizó con un acuerdo para aumentar la energía de baja emisión, aunque sin especificaciones, la meta de solo un aumento de 1,5C continuo como en la COP 26 de Glasgow (sin mejoras), no hubo ninguna conversación relativa al sistema alimentario, otro de los grandes contribuyentes a la contaminación y los temas de justicia y equidad climática y desplazados fueron completamente omitidos. Por lo tanto, el acuerdo adoptado de “reparaciones” es uno de los pocos éxitos de la conferencia, creando un fondo financiero global para “pérdidas y daños”, que dará asistencia financiera a esas naciones en peligro por desastres climáticos, tras 30 años de desacuerdo. Una victoria histórica para las naciones más desfavorecidas, que parecen ganar voz en estas conversaciones.

Sin embargo, la falta de especificaciones sobre este fondo preocupa al futuro de mismo: no se decidió la cantidad de dinero que tendría que aportarse al fondo ni la cantidad que tiene que proporcionar cada uno de los Estados soberanos.

Aunque en los próximos meses se trabajara para establecer estas pautas del fondo, el coste de “pérdidas y daños” que se estima para 2050 consiste en un trillón de dólares (1,000,000,000,000 $), por lo que existen dudas de que esta cantidad se destine al fondo, especialmente en un momento de crisis, inflación y polarización. Y, no solo eso, en la COP15 de Copenhague los países ricos se propusieron recaudar 100 billones de dólares al año para los países en desarrollo para el año 2020, una aportación minúscula a lo necesario para llegar a los objetivos del Acuerdo de París, pero que no se cumplió en ese año ni en los dos años posteriores. Sin embargo, el gasto militar global del año 2021 fue de más de 2000 billones de dólares.

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“Para el derretimiento climático” | Maddy Hope

La introducción de las “reparaciones” en las conversaciones climáticas y la aprobación del fondo para esta causa es, sin duda, una razón de celebración. Pero aún queda mucho que hacer, no pudiendo denominar a la COP27 nada más que fracaso. “Estamos en una carretera hacía el infierno climático con nuestro pie aún en el acelerador”, dijo el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en la apertura de la Conferencia egipcia. “La humanidad tiene una elección,” continuó diciendo. “Cooperar o perecer. Es o un Pacto Climático de Solidaridad, o un Pacto Colectivo de Suicidio.”

Y, la única forma de salir de esta carretera hacía el infierno climático, es la cooperación y ayuda (económica y no) de los países ricos y contaminantes con aquellos que sufren y pagan esa contaminación, los países con menos recursos, sus poblaciones, ecosistemas y patrimonios.

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