Hamas, la Yihad Islámica, lanzó siete cohetes desde la Franja de Gaza hacia territorio israelí durante la celebración del Día de Jerusalén. Fiesta que conmemora la conquista israelí de la parte oriental de la ciudad en la guerra de los Seis Días en 1967.
En respuesta, Israel bombardeó Beit Hanun, localidad al norte de la franja con Gaza, en el que murieron al menos nueve personas.
Estos ataques proceden luego de los enfrentamientos durante el fin de semana entre palestinos y la seguridad israelí. El origen de este encontronazo se produjo cuando el viernes la policía impidió ingresar a los islámicos a la mezquita Al-Aqsa, tercer lugar más sagrado del islam, ante la celebración de la Noche del Destino. De los momentos más sagrados del Ramadán.
Además, La Media Luna Roja señaló que más de trescientos cinco palestinos están heridos y al menos doscientos veintiocho están internados en el hospital.

Hamas había amenazado dos horas antes a las fuerzas de seguridad de Israel. Esto con el objetivo de que abandonaran la Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo, centro religioso tanto para judíos como musulmanes.
El portavoz de las brigadas Ezzedin al Qassam, afiliadas a Hamas, Abu Obeida señaló que el lanzamiento fue consecuencia de las represalias de su enemigo por sus crímenes, la agresión en la Ciudad Santa y la brutalidad contra su pueblo. Obeida prometió que si aumenta la agresión por parte de Israel, realizarán más ataques.
El teniente coronel israelí, Jonathan Conricus afirmó que la ofensiva ha comenzado y estimó que los ataques pueden prolongarse durante varios días.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, matizó los hechos, afirmó que “a veces se producen estos estallidos” a consecuencia de que desde 1967 Israel adquirió la soberanía sobre el territorio. Netanyahu aseveró que “Jerusalén está viviendo un choque de tolerancia y la intolerancia (…) que no es nuevo; existe desde hace cientos de años, desde el auge de las tres religiones monoteístas”.

Estos sucesos ya tuvieron eco en la comunidad internacional. La Unión Europea pidió a las autoridades israelíes rebajar la tensión. Jordania, Egipto y Emiratos Árabes, países árabes con los que Israel mantiene relaciones, censuraron el uso de la violencia. Estados Unidos, principal aliado del Estado judío, llamó a poner fin a la construcción de asentamientos israelíes. Y, además, demandó que se detuviera el desalojo de los palestinos de sus viviendas en el distrito de Sheij Yarrah –origen del estallido en Jerusalén–.
En suma, la escala de violencia es producto del enfrentamiento entre la policía de Israel y los islámicos. La causa son los disturbios generados durante el último día del sagrado del Ramadán. Donde el desalojo de los palestinos en favor de los israelíes de la parte oriental de Jerusalén, tuvo un fuerte impacto. La ira de los palestinos aumentará, porque Israel mantendrá los desalojos en el este de la ciudad.
Estamos ante el inicio de un nuevo capítulo del conflicto con raíces religiosas que lleva varios años. Los ataques continuarán. Ni el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, ni el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, están dispuestos a establecer relaciones diplomáticas. Ambas partes reclaman derecho sobre Jerusalén. Israel considera a toda la ciudad como su capital, aunque la comunidad internacional lo rechace. Y los palestinos reclaman Jerusalén Este como futura capital. Esta provocación mantendrá la tensión en la región. La reacción del Estado de Palestina presagia la prolongación del conflicto bélico en esta zona de Oriente Medio.