Hoy, martes 18 de mayo de 2021, 213 palestinos han sido asesinados en un periodo de doce días. De esa cantidad de muertos, 61 son niños y 36 son mujeres. Estos nuevos enfrentamientos entre los dos países comenzaron el 6 de mayo. Después de una decisión del Tribunal Supremo de Israel relativa a la expulsión de palestinos del barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, y su sustitución por familias judías.
Calificar este conflicto como una rivalidad puramente religiosa sería un grave error al momento de aproximarse a esta ya histórica enemistad. En la actualidad, son pocos los atrevidos que se aventuran a lanzar propuestas sólidas y eficaces para acabar con las hostilidades entre ambos bandos. Nosotros, lo que sí podemos hacer es tratar de explicar de manera breve cómo se originó una de las disputas que más polarizan a la sociedad contemporánea.
Para encontrar las raíces de lo que está sucediendo en pleno siglo XXI, hay que remontarse mucho antes de la Segunda Guerra Mundial y del genocidio judío. Como muchas otras veces ha pasado en la historia, las grandes potencias occidentales tienen una responsabilidad importante en lo que está pasando hoy. En este caso concreto, debemos señalar a Reino Unido.
Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña intentó buscar aliados en esta zona del mundo, es decir, en Oriente Medio; con el objetivo primordial de derrotar al imperio otomano —Reino Unido formaba parte de los “Aliados” con Francia y Rusia, a los que se unieron en 1915 naciones como Serbia, Bélgica, Rumanía, China, Japón e Italia, y más tarde, Estados Unidos junto con Grecia en el año 1917—. Por otro lado, el poderoso y extenso imperio otomano formaba parte de los llamados poderes centrales al igual que el Imperio austro-húngaro, Alemania y Bulgaria. Para lograr desintegrar a tan relevante potencia regional, los británicos hicieron 3 prometedoras promesas sobre territorio palestino que, como se ha corroborado, eran imposibles de cumplir:
- Un Estado árabe independiente, cubriendo una parte importante de Oriente Medio, contra el apoyo de los pueblos árabes
- Establecer un hogar nacional judío (Declaración Balfour en 1917)
- Dejar las tierras a la familia hachemite (hoy es la Familia Real de Jordania)

Gracias, entre otras cosas, a lo que se conoce como la Rebelión árabe, los británicos vencieron al Imperio otomano. Y se quedaron de facto con el territorio palestino y sirio hasta el fin de la guerra y, de iure, después de la Conferencia de Paz de Paris en 1919.
Durante el periodo de entreguerras, movimientos independentistas árabes y judíos crecieron de manera paulatina en la zona. Se puede apreciar durante ese periodo de tiempo, un primer intento en Damasco de la creación de un Estado independiente árabe. Que era demasiado débil en comparación con poderes occidentales hegemónicos de la época como era el caso de Reino Unido o Francia.
Entre 1920 y 1948, Palestina había sido víctima de numerosos conflictos internos entre judíos y árabes. Por una parte, importantes flujos migratorios de judíos procedentes de Europa llegaron a Palestina durante la década de los años 20. Estos movimientos de población judía se explican por dos principales razones: Palestina es tierra sagrada y era la gran promesa de Reino Unido. Por otra parte, hay que mencionar el sentimiento de traición que el pueblo árabe sintió hacia Reino Unido —a cargo de la administración del territorio— y el aumento de la invasión por parte de la comunidad judía. Además, es oportuno mencionar a la figura que reflejó la inconformidad árabe durante este periodo de tiempo: Amin al-Husseini, el Gran Mufti de Jerusalén, calificado por algunos como el cargo público árabe más poderoso de Palestina.

Entre 1920 y 1921 las hostilidades aumentaron de forma considerable. Esta situación provocó cientos de muertos judíos. Lo que empujó la comunidad sionista a crear su propia organización de defensa llamada Haganah.
En este contexto, fue publicado el Libro Blanco por el gobierno de Chamberlain. En la obra se trataba de determinar el futuro inmediato del Mandato Británico de Palestina hasta su independencia, movimiento que no tuvo apenas repercusión.
Los conflictos no cesaron durante la Segunda Guerra Mundial a medida que el poder británico se desmoronaba poco a poco frente a los dos partidos. Muchos ataques llevados a cabo por parte de ambos contendientes, ocurrieron contra el poder británico gobernante. Entre 1936 y 1939 tuvo lugar la ya mencionada Rebelión árabe. En 1944, grupos extremistas judíos organizaron una serie de ataques armados contra Reino Unido.
Una vez el contexto derivó en una situación sumamente intrincada y de dimensiones internacionales, los británicos intentaron ocultar frente al mundo las barbaridades que habían cometido. Pero ya era demasiado tarde para poder imaginar una resolución pacífica de un conflicto tan sumamente complejo. Una vez finalizó la II Guerra Mundial, la comunidad judía palestina presionó al gobierno para recibir a los rescatados de los campos de concentración en Palestina. Los británicos se opusieron a esta petición, lo que provocó una nueva escalada de violencia contra los representantes del gobierno británico y se sembró el caos en campos militares, comisarías de policía, etc.

Tenemos que avanzar hasta 1946. En esta fecha, cuando Reino Unido dejó en manos de las Naciones Unidas la gestión y la búsqueda de una resolución pacífica en este territorio. La ONU terminó por dividir el país en tres partes. Una de esas porciones de territorio fue judía. Otra árabe. Y, una tercera, que podemos nombrar como un Jerusalén mixto gestionado por Naciones Unidas. Como muchos saben, las mejores tierras fueron otorgadas al pueblo judío. Lo que explica la condena a esa división por parte de los árabes y la, por razones obvias, aprobación por los judíos.
El 14 de mayo de 1948 nació el Estado judío de Israel. Un día después, comenzaron los ataques de los Estados árabes que rodeaban al nuevo Estado de Oriente Medio. El resto de la historia que todavía dura hasta nuestros días, ya la conocen.