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La Explanada de las Mezquitas: en el centro de la ocupación israelí

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La Explanada de las Mezquitas no es solo uno de los sitios más emblemáticos de Jerusalén y un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sino también uno de los lugares más importantes para los fieles del islam y del judaísmo. Este lugar es, año tras año, escenario de controversias entre las partes del conflicto, ocupando las portadas internacionales. Pero, ¿por qué es este lugar tan importante en los ámbitos histórico, religioso y político?

¿Qué es la explanada de las mezquitas?

La Explanada de las Mezquitas, también conocida como Monte del Templo, al-Haram al-Sharīf, complejo de la Mezquita Al-Aqsa o, simplemente, Mezquita Al-Aqsa, se encuentra en el centro histórico de la ciudad de Jerusalén. Conformado por un complejo de 144,000 metros cuadrados cuenta con una mezquita, salas de rezo, fuentes de ablución y otros lugares emblemáticos, entre los que destacan el Muro Occidental, la Cúpula de la Roca, la Cúpula de la Ascensión, la Cúpula de la Cadena, y la Mezquita de Al-Aqsa.

Cada uno de estos monumentos provienen de épocas diferentes. Mientras que el Muro Occidental es el último resquicio del Segundo Templo judío destruido en el 70 D.C., la Mezquita Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca datan de los siglos VII y VIII D.C.  Es común el uso del mismo término para nombrar los dos últimos monumentos mencionados, sin embargo, son diferentes, al igual que su importancia histórica.

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Monumentos que forman parte de la Explanada, incluyendo la Mezquita Al-Aqsa, la Cúpula de la Roca y el Muro de las Lamentaciones | The Economist

La importancia histórico-religiosa de la Explanada de las Mezquitas

También conocido como el perímetro de Al-Aqsa, “el santuario lejano” en árabe, este lugar es el tercer sitio más importante de la religión islámica, especialmente la mezquita localizada en su interior, conocida como Masjid Al-Aqsa. Construida en la década del 630 D.C. como un pequeño sitio de rezo de madera, esta tomó su forma casi actual en la primera década del siglo VIII D.C., durante el califato omeya.

Se considera un sitio de gran importancia en el islam ya que, según esta religión, es la segunda mezquita construida en la historia y el lugar donde el profeta Mahoma lideró una oración con más de 100.000 profetas antes de ascender al cielo. Además, según la creencia islámica, en la Cúpula de la Roca, o Qubbat al-Sakhra en árabe, se encontraba la primera Qibla (dirección hacia la cual los musulmanes rezan).

Podemos ver esta importancia reflejada en la mención de la Mezquita en uno de los versos del Corán,

“Glorificado sea Quien hizo viajar una noche a Su siervo, para hacerle ver algunas de Nuestras señales, desde Masyid al-Haram a Masyid Al-Aqsa, cuyo entorno Nosotros bendijimos. En verdad, Él es Quien todo lo oye, Quien todo lo ve.” – Corán, 17:1

No obstante, este complejo no solo posee gran significación para la religión islámica, sino también para la religión judía. Conocido por los seguidores de esta religión como el Monte del Templo, se dice que en este lugar se encuentra la piedra fundacional que establece el centro del universo y donde Abraham llevó a su hijo Isaac para que fuera sacrificado. Además, es el lugar donde se ubicaban los dos antiguos templos judíos, destruidos en 586 A.C. y 70 D.C., por los babilonios y los romanos, respectivamente.

Uno de los muros del Segundo Templo sigue en pie, conocido como Muro de las Lamentaciones, un espacio de oración y reflexión para los judíos. A pesar del carácter sagrado del lugar, hay opiniones contrapuestas sobre si es adecuado o no para los creyentes del judaísmo rezar en este recinto, con opiniones muy diversas, desde el deber de construir en la actualidad un Tercer Templo, hasta la prohibición de rezar en el lugar hasta la era mesiánica.

En 1757, durante el control otomano de Jerusalén, el Sultán Osman III aprobó un decreto conocido como “estatus quo”, que estableció la prohibición de los no musulmanes de rezo en el recinto Al-Aqsa, el derecho de los judíos a rezar en el Muro y la prevención de conflictos entre cristianos por el control de los lugares emblemáticos de esta religión en la ciudad semítica.  

Este “estatus quo” se ha mantenido hasta el día de hoy. Actualmente, el control y la administración de este lugar corre a cargo del Waqf Islámico de Jerusalén, instaurado por el Reino Hachemí de Jordania en 1948, al formar Cisjordania parte del reino jordano en ese año; sin embargo, el control de entrada y la protección del sitio es ejercido por Israel. Bajo este “estatus quo”, los cristianos y judíos solo pueden acceder al lugar como turistas y a ciertas horas, mientras que los seguidores del islam pueden acceder más libremente al ser un lugar de culto para ellos.

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La confluencia de las religiones musulmana, judía y cristiana en Jerusalén | Albin Hillert (WCC)

La concepción política de Al-Aqsa y los acontecimientos destacables

Al ubicarse en el centro antiguo de la disputada ciudad de Jerusalén, el perímetro Al-Aqsa ha sido escenario e, incluso, protagonista de acontecimientos decisivos del conflicto palestino-israelí. Además de su evidente importancia religiosa, Al-Aqsa se ha convertido en un símbolo cultural, social y nacional para la población palestina, lo que ha llevado a este lugar a estar en el punto de mira político tanto de los palestinos como de la ocupación israelí.

Sin embargo, es necesario recalcar que la violencia desatada en este lugar no se ha dado solo en los últimos años, sino que los actos violentos, las incursiones y las provocaciones en el perímetro datan de décadas atrás.

El gran primer acontecimiento del que se tiene noticia es el incendio provocado a la mezquita Al-Aqsa por Dennis Michael Rohan en 1969, un turista australiano cristiano radical, que declaró que era necesario construir el tercer templo judío en ese lugar para que se produjera la segunda llegada de Jesucristo, creando rumores de la conexión entre Rohan y las autoridades israelíes. Sin embargo, es desconocido aún hoy, si esa conexión realmente existió, aunque existen fuentes que cuentan que las autoridades israelíes no permitieron a los palestinos extinguir el fuego durante horas.

En 1990 tiene lugar la masacre de Al-Aqsa, o lunes negro, donde 20 palestinos son asesinados por las fuerzas israelíes con su uso de la fuerza excesiva ante la negativa de los palestinos a una demostración de israelíes extremistas, en el seno de la primera Intifada. En septiembre del año 2000, el líder de la oposición de aquel momento, Ariel Sharon, decide visitar el complejo para reiterar la existencia de la soberanía israelí sobre el sitio, durante una época especialmente inestable en las relaciones arabo-israelíes, tras el fracaso de los Acuerdos de Oslo para llegar a una solución pacífica del conflicto y el aumento de la violencia hacia los palestinos. La “demostración” de Sharon da comienzo a la segunda Intifada, conocida también como Intifada de Al-Aqsa, con miles de muertos (especialmente palestinos) y miles más desplazados.

Tras unos años en el que la violencia disminuyó en comparación con los años anteriores, aunque con la ocupación y técnicas de apartheid en continuo uso por las autoridades israelíes, en 2014 se produce una confrontación entre palestinos y judíos, debido a la entrada de estos últimos durante la pascua judía como declaración de pertenencia del lugar a Israel. En esta época empiezan a crecer los grupos radicales de sionistas religiosos que ven necesario la construcción de un tercer Templo en el complejo, siendo algunos de los incursores pertenecientes a estos grupos.

En los últimos años, especialmente en el mes sagrado de ayuno y oración para los musulmanes, el Ramadán, la violencia y las incursiones por parte de sionistas religiosos y fuerzas de seguridad israelíes han aumentado. Hablamos de violencia en el año 2018, con varias incursiones al lugar y la aprobación por parte de Netanyahu de la entrada de parlamentarios judíos israelíes a la zona (violando el “status quo”); en el año 2021, durante el mes de Ramadán y con las amenazas de desalojo a las familias palestinas de Sheikh Jarrah, se producen ataques continuados en la zona durante varios días, que culminan con una quincena de ataques entre la Franja de Gaza e Israel y violencia desmedida en Cisjordania por las fuerzas de la ocupación, con condena internacional.

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Ciudadano palestino confronta a un soldado de las FSI tras el ataque al complejo Al-Aqsa de 2021 | Ronen Zvulun (Reuters)

Estos mismos ataques a los fieles en el complejo y la voluntad e intentos del gobierno israelí de revertir el “estatus quo” vuelven a tener lugar en abril de 2022. Con el comienzo de este 2023, el lugar ha vuelto a las portadas de los medios internacionales, con la violencia como signo principal.

El 3 de enero de 2023, el ministro de seguridad nacional del actual gobierno de Israel, Itamar Ben-Gvir, realiza una incursión en la Explanada con el mismo objetivo de desafiar el “estatus quo”, provocando la indignación palestina y siendo esta acción condenada por Arabia Saudí, Turquía y EAU. La razón principal que separa esta de otras incursiones es la figura de este ministro, siendo él quien controla la policía en Israel, así como la figura del propio Ben-Gvir, al ser una figura controvertida habiendo sido condenado con anterioridad por apoyo a una organización terrorista en Israel. Tras este acontecimiento, se produjo una reunión entre el rey Abdullah de Jordania y el primer ministro israelí Netanyahu, reiterando este último el respeto al “estatus quo” y al control jordano. Posteriormente, Ben-Gvir anunció que “volvería a asaltar Al-Aqsa”.

Con las celebraciones de Ramadán en la mezquita Al-Aqsa en el mes de abril, las fuerzas de la ocupación volvieron a atacar a los fieles durante dos días consecutivos, lo que llevó al intercambio de misiles entre Israel y la Franja de Gaza. Este ataque fue condenado por los principales países árabes y el presidente de EE. UU., Joe Biden, reiteró la importancia del “estatus quo histórico” y la posición de Jordania como custodio del sitio.

Escalada de violencia: la realidad actual

La continuidad y el aumento de los ataques a este lugar a lo largo de los años evidencian, no solo, que el conflicto sigue latente, sino también los intentos por una parte de la población y el Gobierno israelíes a desafiar el histórico “estatus quo”.

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El muro de separación construido por Israel que separa Cisjordania del resto de territorios ocupados, uno de los ejemplos más impactantes del apartheid israelí | Ahmad Gharabili (AFP)

En los últimos años, la violencia contra el pueblo palestino se ha ido haciendo cada vez más intensa, siendo el 2022 el año más violento desde la segunda Intifada y, alcanzando el 2023 la cifra de 95 palestinos asesinados a principios de abril, incluyendo 17 menores de edad, cifras más altas que las del comienzo del 2022. Las incursiones recurrentes y la violencia ejercida sobre el pueblo palestino en uno de los sitios más importantes para la religión musulmana es otra de las tácticas utilizadas por la ocupación israelí para oprimir y restar derechos a los palestinos, declarado ya como apartheid israelí por las principales organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional o el ACNUDH.

Aunque de gran importancia, el complejo Al-Aqsa es solo uno de los tantos escenarios de la ocupación. El aumento de la cobertura de este conflicto tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales, así como la condena de muchos países ante esta escalada de violencia, la contrariedad de las acciones de Israel respecto al Derecho Internacional y los Derechos Humanos y la inestabilidad que se vive en el seno de la democracia israelí hacen cada vez más imprescindible el fin de la ocupación y de la violencia, incluyendo el respeto a los lugares de culto.

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