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Reflexiones sobre el narcotráfico en México

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La cruenta guerra que vive México entre distintos cárteles de la droga no es nada nuevo. Desde hace décadas, los medios de comunicación publican infinidad de noticias relacionadas con el aumento de poder, la reducción de seguridad y las muertes que acarrea esta problemática que parece estar enquistada en la sociedad.

Para hacerse una idea de la situación en la que el país está envuelto, estas son algunas de las noticias con las que los mexicanos se han despertado en los últimos días. “Amanece Uruapan con cadáveres colgados y desmembrados”. “Hombres armados secuestran a un paciente en un hospital de México y aparece desmembrado horas después”. “La violencia del narcotráfico se agudiza en México tras un tiroteo con 21 muertos”. “Cien homicidios al día: el ‘narco’ aterra a México”.

El conflicto del narcotráfico en México es una guerra con unas causas, unas características y unas consecuencias concretas que enfrenta a varios bandos que pelean por obtener los mejores resultados para su beneficio. Esta podría ser una definición válida pero simplista de la guerra. Ahora bien, abordarla desde la visión de los principales autores que han escrito sobre las particularidades de este fenómeno puede enriquecer la aproximación de este escrito.

En primer lugar, se podría comenzar con el ilustrado francés Diderot, quien afirma que: “la guerra es una enfermedad compulsiva y violenta del cuerpo político”. (Moseley, 1997) En esta definición, el término relevante es el de enfermedad ya que establecer una relación entre enfermedad y la grave situación en México, puede quedar más clara si se entiende la enfermedad como la alteración negativa en el funcionamiento de un organismo. En este caso, el organismo social y político del país que se ha transformado en algo violento. Y, lo más llamativo de todo, en algo persistente en el conglomerado nacional.

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Protestas de estudiantes en México | EFE

El siguiente autor a tratar, y en relación con la permanencia de la violencia en México, sería Thomas Hobbes. Quien dice que: “la guerra es una actitud permanente”. (Moseley, 1997) Según Valdés (2013), los inicios del narcotráfico en el país azteca se remontan aproximadamente a la década de 1920. Cuando en EEUU se prohibió la distribución y compra de productos estupefacientes como la marihuana, uno de los productos base del comercio de grupos delictivos. Después de que se cumpla casi un siglo de la existencia de este lucrativo negocio, todo apunta, según las cifras que aquí se muestran desde el 2007, como la cantidad de muertos a causa de la guerra del narcotráfico aumenta.

Por otro lado, como apuntaba Schmitt (1939) quien se refirió de la siguiente manera a la guerra: “la guerra es el horizonte de lo político, se objetiva en la enemistad, ante la presencia del enemigo”. En primera instancia, el hecho de ser consciente de la existencia de un grupo de personas con el fin de acaparar el mercado de la droga anuncia al primer jugador de la partida. Segundo, cuando ese grupo se encuentra cara a cara en el terreno de juego, en este caso, México; enfrentado a un enemigo concreto. Es decir, con unas características y unos objetivos definidos muy similares a los que posee el primer grupo. Que en este ejemplo sería el control del territorio para el cultivo junto con la distribución de droga. En este momento, se termina por generar el conflicto.

En este modelo, la palabra conflicto torna hacia una esfera violenta debido al ámbito del que se está hablando: la lucha por el control de la droga. Junto con esto, el ansia de poder fáctico además de la ilegalidad, entre otros, generan el contexto idóneo para la competencia beligerante. 

En este punto, también se podría hacer mención de los bandos enfrentados que existen en el conflicto. Y, a través de la teoría mimética, observar cuáles son los rasgos que comparten y les diferencian para poder clarificar la situación actual de la región.

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Miembros del CJNG | El País
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Miembros de CJNG mostrando su potencial armamentístico | El País

René Girard es el autor clave para abordar la teoría mimética. Girard (2012) postula que la mímesis en el ser humano es parte intrínseca del mismo. También, menciona que existen dos factores importantes para que se entienda este modo de comportamiento: el deseo y la apropiación.

En el caso del narcotráfico en México se puede aplicar la estructura mimética a la perfección Existen dos o más rivales miméticos. Por ejemplo, el Cártel de Sinaloa, el CJNG o los Zetas. Éstos se enfrentar por obtener el objeto del deseo, que sería el máximo control del territorio mexicano para generar más ganancia y poder que los rivales.

El deseo existente es tan llamativo que provoca el intento desesperado de apropiación por medio de la violencia de estas bandas delictivas. Lo que a su vez genera una cantidad ingente de muerte. Cuanto más grande es el deseo, menos importan los medios que se usen para combatir y vencer al rival y terminar obteniendo el objeto de deseo. Del mismo modo, se añadiría a esto la gran cantidad de agrupaciones armadas que se suman a la lucha por la obtención del “premio”. Lo que también sustentaría una de las explicaciones del aumento de muertes en los últimos años en el país. 

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Bandera de México ensangrentada

Adicionalmente, otra de las respuestas que se puede dar a la escala de violencia que hay en México sin precedentes en años anteriores podría ser el cambio, en algunos casos, de mímesis de apropiación a la mímesis de antagonista. Esta modalidad ocurre en el momento en el que el objeto que está en disputa entre los diferentes bandos pasa a un segundo plano. La obsesión recíproca de los rivales se transforma en la causa más importante de la guerra. A medida que el odio hacia el enemigo aumenta, la brutalidad crece de manera proporcional. La consecuencia directa de esta problemática serían los cerca de 280000 muertos que se han producido desde el 2007.

Mientras que los actores principales de la guerra que azota a México desde hace mucho tiempo, sigan basando sus acciones en el efecto espejo de sus contrincantes, el nivel de violencia jamás disminuirá. El constante esfuerzo enfocado a intentar estar por encima del enemigo en todos los ámbitos continuará aumentando los índices de violencia e inseguridad.

A pesar de la variedad de cárteles que conviven en el mismo territorio, parece que todos comparten rasgos fundamentales. Por ejemplo, en la estructura de sus jerarquías, en los objetivos o en el afán desmesurado de poder que implicaría el sometimiento de los rivales. E incluso, en el poco valor que otorgan a la vida de las personas, viendo cómo los brutales métodos que emplean para matar son idénticos entre unos y otros.

En este contexto general, sólo cabría esperar la entrada a la partida de otro jugador sumamente importante. Y que, por lo visto, todavía no se ha posicionado de manera rotunda y contundente ante la crisis que supone este conflicto: el Estado. La única organización que debería de tener y controlar el uso de la violencia dentro de sus fronteras. Esto con el objetivo, en teoría, de garantizar las libertades y los derechos de todos los ciudadanos. O quizá, el Estado mexicano ya está posicionado en un lugar del tablero de juego y nadie se ha dado cuenta.

pablo-perez-piñeiro

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