A la hora de analizar el panorama internacional, podemos observar claramente que está compuesto de varios actores, los cuales cambian y modifican la propia Geopolítica Mundial a través de las diferentes acciones que llevan a cabo.
Estos participantes o protagonistas del escenario mundial pueden actuar tanto dentro como fuera de la ley, ya que son las acciones de cada uno de los diferentes actores las que se encargan de alterar y modificar el inmenso espectro de las Relaciones Internacionales.
Dentro de esta clasificación, podemos encontrar aquellos que trabajan bajo las directrices de la legalidad como es el caso de los países u Organizaciones Internacionales, pero también podemos encontrar que muchos actores trabajan ajenos a la legalidad y que pueden también interferir en el panorama geopolítico.
El desempeño de labores por parte de estos sujetos hace que otros tengan que responder o apoyar dichas acciones con la intención de conseguir un fin, que normalmente se engloba en el propio beneficio personalista.
Entre estos que realizan actividades fuera de la legalidad, podemos encontrar grupos terroristas, organizaciones de crimen organizado e incluso Estados corruptos que se niegan a tener en cuenta las pautas marcadas por el Derecho Internacional.
Estos sujetos en diferentes circunstancias, pueden llegar incluso a interrelacionarse, como ocurre en la zona del Sahel, donde se han constatado “negocios” entre el crimen organizado y grupos terroristas.

En relación a este análisis de influencias, la geopolítica clásica, tal y como la conocemos, es una herramienta para interpretar las relaciones entre los Estados. Con ello, la crítica la contempla como las intenciones de los actores no estatales, cuya actuación incide directamente en la realidad y la seguridad internacional.
Tras esta afirmación, se presenta en la escena geopolítica el termino criminalidad, expuesto conforme a que la afirmación de que “la criminalidad organizada en su expansión territorial, tergiversa de facto los mapas oficiales, imponiendo su realidad geopolítica”. Dicha afirmación se apoya en el concepto de “imperio invisible” de Pierre George (1992).
La motivación expansiva que configura esta geopolítica Criminal es la búsqueda de oportunidades de lucro en negocios que se basan en cálculo de costes, riesgos y beneficios, para lo cual es necesario contar con infraestructuras, capacidades y la logística adecuada.
Cada organización tiene su propia demarcación territorial, de carácter infra y supranacional, al margen de los límites convencionales físicos y jurídicos oficialmente establecidos. Este orden territorial desafía las soberanías locales, estatales e internacionales.
Obviamente, ante este tipo de acciones fuera del espectro de la legalidad, existen respuestas tanto de los Estados en los que acontecen dichos hechos delictivos, como de las diferentes organizaciones que se encargan del control internacional y la gestión de la cooperación global.
Ante estas medidas podemos encontrar, centrándonos en nuestro campo de análisis de la zona de LATAM y el Caribe, la utilización por parte de los grupos criminales de medidas de contrainteligencia y seguridad con el fin de eliminar cualquier tipo de vulnerabilidad.

De forma aditiva, vemos que estos grupos criminales no solo trabajan en aspectos de seguridad, sino que realizan un exhausto trabajo de análisis de mercado y formas de trabajo de manera profesional.
Los múltiples negocios en los que se enfocan, bajo la lógica empresarial, basan su expansión en la diversificación de riesgos, de ahí que sean catalogados como poli-criminales.
Este término hace referencia a que pueden llevar a cabo diferentes “tráficos” empleando todo tipo de herramientas y capacidades a su disposición, mejorando y evolucionando a la vez que lo hace la tecnología y la capacidad de los cuerpos de seguridad estatal y global.
Esta poli-criminalidad refleja que los Grupos Criminales no solo se centran en un tipo de negocio, como sería el caso de secuestros, tráfico de drogas o trata de blancas, sino que entran en un mercado influenciado por las demandas irregulares de la sociedad con el mero objetivo ganancial, alejados del concepto de legalidad y moralidad.
Dichas ganancias obtenidas son reinvertidas en la economía legal, ya sea formal e informalmente para blanquear estos beneficios. Las acciones realizadas por las diferentes Organizaciones Criminales no siguen un patrón de trabajo uniforme, sino que sus actos como su ganancia de poder, fluctúan dependiendo de las diferentes situaciones tanto externas como internas.
Con ello, en la mayoría de los casos, todas las organizaciones de este tipo terminan relacionándose con el poder y con el control ya sea dentro de una región, un Estado o incluso un territorio mayor.
La criminalidad en relación a esta unión y a su afán de adquirir poder y capacidad de manipulación, se basa en los hechos de que en más de una ocasión se han visto casos de “financiación” para campañas parlamentarias y presidenciales, con el fin de involucrarse directamente en el control político.

Escobar, que formó un grupo político llamado “Civismo en Marcha”, adscrito a la formación Nuevo Liberalismo y que, en 1982 logró ser elegido diputado suplente del parlamentario antioqueño Jairo Ortega en el Congreso de la República.
No fue el de Escobar un episodio aislado, ya que otro reconocido narcotraficante, Carlos Lehder Rivas, habría creado otro movimiento similar al de Escobar, el “Movimiento Latino Nacional” y como ellos, muchos más casos reconocidos en la zona de LATAM.
En la presencia de la criminalidad en la zona de Latinoamérica y el Caribe, concurren elementos claramente objetivos como la desigualdad, pobreza y necesidad, que se unen a elementos subjetivos relacionados con el poder y la influencia sobre el control del Estado.
Por lo cual, para explicar el auge de criminalidad se valoran y razonan unos elementos a través de los cuales se considera más factible ganar o perder poder. A estos se les conoce como los Factores Facilitadores.
Por ejemplo, el Imperio de la Ley es uno de los factores facilitadores más determinantes, ya que, si no predomina la ley de los diferentes Estados afectados, la ilegalidad de las acciones de las diferentes organizaciones de crimen organizado no se ve mermadas ni castigadas.
Esto se relaciona con la presencia de la falta de capacidad de acción por parte de los países con el fin de evitar el establecimiento y aumento de poder de los diferentes grupos de criminalidad organizada, ganando poder e influencia en los Estados o incluso demarcaciones transnacionales.

Otro de los claros pilares en base a la inestabilidad política y al auge de la criminalidad lo encontramos en la mencionada debilidad del impero de la ley, que da como resultado casos de Corrupción institucional y administrativa.
La corrupción en los Estados donde prolifera la criminalidad es una característica evidente y que conlleva al desarrollo de actos delictivos, ya sea tráfico de drogas, trata de blancas etc. con una impunidad que deja en suspenso cualquier tipo de medida de freno.
Cambiando de registro y como medida que afecta también de forma notoria en la sociedad, encontramos la desigualdad ante la ley como la principal causante la desigualdad social y económica en un Estado, que es conocida como el germen de la creación de estos grupos criminales.
Esto se fundamenta en la desigualdad de oportunidades, la capacidad de unos queda mermada por los privilegios de otros, que conlleva a tener unos orígenes generacionales influyentes como medida necesaria para tener más posibilidades de progresar en la sociedad como individuos.
Partiendo de estos factores, tenemos en cuenta la capacidad de los diferentes grupos criminales predominantes, junto a la complejidad y planificación de las diferentes acciones, valorando así que no solo es una acción delictiva aleatoria, si no que existe una planificación y una preparación para obtener numerosos beneficios.
Al centrarnos en el Caribe, vemos la importante influencia de uno de los negocios más productivos y con mayor beneficio de las organizaciones criminales, que es la existencia del narcotráfico y el movimiento de sustancias hacia EEUU y Europa.
Claramente, tenemos una sustancia que ha predominado durante muchos años en los territorios de América Latina y el Caribe (A.L.C): la cocaína, que no ha dado solo poder a muchas Organizaciones Criminales, sino que ha situado el problema del control del narcotráfico como meta a nivel mundiales.

La cocaína se puede encontrar definida en varios portales de salud tanto nacionales como internacionales como “potente estimulante del sistema nervioso central y una de las drogas más adictivas y peligrosas.”
Desde 1950 hasta 1970, se empezaron a crear una serie de redes de contrabando por parte de diferentes Organizaciones Criminales que llegaban desde Sudamérica hasta los EEUU y Europa.
Esta era considerada una droga de consumo para gente adinerada, pero poco a poco a partir de 1980, esta droga empezó a ser consumida por la clase media y baja considerándose así una de las drogas más adictivas y peligrosas, ligada al crimen, la muerte y la delincuencia.
Esta adicción a la sustancia junto al control escaso para su volumen de consumo convirtió su contrabando y elaboración muy atractiva para diferentes Organizaciones Criminales de todo el mundo.
Sin embargo, tanto la corrupción como la poca presión de los gobiernos estatales, hicieron que A.L.C se convirtiese en uno de los exportadores más importantes del mundo, diferenciándose por Estados y Cárteles.
Ejemplos de países en los que podemos encontrar potenciado el negocio del narcotráfico, podemos encontrar a Colombia y México como principales productores y cultivadores, mientras que podemos hallar presencia de criminalidad del narcotráfico en la mayoría de países del norte de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, como es el caso de Venezuela, Brasil o Jamaica, que desempeñan su papel como distribuidores del producto.
Entre los Cárteles más conocidos en la Geopolítica de la Cocaína Mundial podemos destacar el Cartel de Medellín, el Cartel de Cali y el Cartel de Norte del Valle, los tres de origen colombiano, y que, en las últimas décadas del siglo XX monopolizaron el mercado de la cocaína.
A partir de los 2000, con el inicio del nuevo milenio, el protagonismo en el mundo de la cocaína se mudó a la zona de Centroamérica, al Estado de México con los Cárteles de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación. También podemos localizar cárteles más actuales como el Cártel de los Soles venezolano o Cartel del Golfo, que actúa en la zona entre Panamá y México.
Todas estas organizaciones criminales en este territorio han enfocado, en un principio, en el narcotráfico su principal actividad gracias a la gran demanda acusada por parte de EEUU y el continente europeo.
Podemos, no obstante, ver que el crimen organizado del narcotráfico rompe de forma clara las diferentes barreras estatales, catalogando el problema como transnacional y de extrema urgencia.
Viendo donde se originan los diferentes grupos y su extensión a la hora de distribuir la mercancía, podemos observar que el papel de los Estados que componen la zona del Caribe, se centra en un aspecto más de distribuidor que de productor.

Como vemos en el mapa, existen tres rutas principales con destino Estados Unidos, entre las que diferenciamos la del Pacífico, por la zona oeste de Centroamérica, la de Galápagos, como su nombre indica por Galápagos y México y, por último, la del Caribe o Ruta del Este, también utilizada para el comercio con Europa.
En cuanto a las rutas relacionadas con el comercio de la cocaína en Europa, podemos encontrar tanto rutas por el Caribe dirección costa oeste europea, como a través del continente africano, que supone claramente menos problemas de acceso.

Vemos en este mapa de exposición de rutas de circulación que islas pequeñas como es el caso de Dominica, Barbados o Antigua y Barbuda son una ruta directa hacia Puerto Rico con destino a los Estados Unidos y el continente europeo.
En cambio, Haití, Puerto Rico o Jamaica, se ven representadas como puntos neurálgicos del producto previa llegada a EEUU, convirtiéndose en lugares donde la criminalidad organizada prolifera con más facilidad.
Incluso debido a su posición, la importancia y rol desempeñado por el Caribe en la geopolítica criminal, no se pueden localizar organizaciones criminales que sean autóctonas de los países caribeños.
La gran importancia de este territorio se basa en una especie de utilización y gestión de puntos estratégicos como si de una franquicia se tratase, convirtiéndolo en uno de los territorios más conflictivos y de mayor atención para solventar los problemas de seguridad.
Es tal la magnitud del problema del narcotráfico en la zona del Caribe, que existen diferentes acuerdos internacionales entre Estados y Organizaciones mundiales con el fin de solventar estos conflictos.
Estas soluciones engloban desde clasificaciones de poder y afección, el enfoque sobre problemas claves como son el auge de la criminalidad y el mundo del narcotráfico en la zona. (UNODP 2012 y 2017).
La relación establecida entre el incremento de homicidios y el aumento del crimen organizado propuesto por la UNODC, hace referencia a un claro aumento de ambas a lo largo de los años, siendo ejemplos claros Trinidad y Tobago, Jamaica y República Dominicana dentro del territorio caribeño.
Siendo uno de los puntos clave a la hora del análisis del problema en cuanto a la criminalidad, se pueden encontrar bajo el mismo abanico el flujo de la cocaína, la existencia de grupos criminales con poder, la corrupción, la influencia entre las diferentes Organizaciones Criminales y la vulnerabilidad y debilidad del imperio de la ley.
Como es evidente, con tantos Estados que componen la zona caribeña, la cantidad de problemas relacionados con la Geopolítica Criminal varían de forma notoria dependiendo de su localización concreta.
Es evidente que la relación entre la presencia de diferentes factores facilitadores explica de forma clara la existencia de más o menos delincuencia.
Sin embargo, a la hora de llevar un control más feroz, está demostrado que un gran gasto en represión y control de las diferentes organizaciones criminales tampoco asegura una reducción de su presencia, aunque sí se puede tener en cuenta a la hora de valorar las diferentes características de la sociedad en la que se desarrolla.
Un ejemplo de esto, lo vemos en el actual estado del Salvador y las políticas represivas del presidente Nayib Bukele contra las “bandas y pandillas”, que a la vez que reducen el crimen organizado, crean un gobierno cercano al régimen totalitario, reducción de derechos fundamentales y libertades sociales.
En relación a las actividades de muchos Grupos de Crimen Organizado en la zona caribeña, encontramos la presencia de tráfico de drogas, violencia, trata de blancas, etc., como si de un pack se tratase.
Pero de forma aplicada los ejemplos reales, no siempre el tráfico de drogas (“negocio” predominante en la zona) está relacionado con la violencia entre Organizaciones Criminales.
Muchas veces el volumen de mercado es tan amplio que no es necesario la disputa entre diferentes Grupos para tener un puesto en el mercado de la cocaína, como era evidente en las últimas décadas del siglo XX.
El inicio de la presencia del narcotráfico, como consecuencia de los factores facilitadores, ha dado lugar a que las islas del Caribe sean el lugar perfecto de transporte y almacenamiento tanto para Europa como para EEUU.
Las características que tienen las islas del Caribe dan una ventaja para poder ocultar y circular de forma más sencilla y sin detección todas las sustancias con destino internacional.
La situación política de los diferentes estados caribeños, refiriéndonos al imperio de la ley y la presencia de corrupción e impunidad, junto a la presencia de diferentes mercados de tráfico de cocaína abiertos, hace que los diferentes Grupos Criminales exportadores del producto deban empezar a cambiar su tecnología, métodos de transporte e incluso los modos de almacenamiento.
Mientras que al inicio del milenio las Rutas del Pacífico eran las más utilizadas, cuando ya fueron pasando los años y la incautación del producto por organismos como la D.E.A empezó a ascender en esa zona, la opción novedosa, más utilizada y más efectiva era la que cruzaba el Caribe occidental, surgida como sustitución a la anterior.

Desde su producción en Colombia, Perú o Bolivia, llegan a los Estados del norte de Sudamérica, que sirven de catapulta hacia un mar que resulta idóneo para realizar el tráfico de sustancias de forma escondida y disimulada. Haití, Puerto Rico o Jamaica, se ven representadas como puntos neurálgicos del producto previa llegada a EEUU.
Los países pequeños como sería el caso de Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Martinica, Santa Lucía o Islas Vírgenes, no se caracterizan por ser Estados con capacidad para ser grandes productores ni grandes distribuidores por sí mismos, siempre dependen de la presencia de otros Grupos de origen extranjero, que se encargan de gestionar y utilizar los diferentes enclaves.
Cuanto más grande es el Estado de la localización caribeñas, más corrupto es bajo un punto de vista general. Como ejemplo de ello vemos que Jamaica, Puerto Rico y Cuba son países con un nivel de corrupción mayor que en las islas más pequeñas del mar Caribe como sería el caso de Anguilla.
Claramente, desde el inicio de este problema hasta la actualidad, como ya hemos mencionado antes, se han buscado formas de conseguir erradicar la presencia y capacidad del Crimen Organizado relacionado con narcotráfico.
Mientras no exista justicia en la región, no podremos hablar de desarrollo, es así de simple, y la contraparte de la justicia es la impunidad, esa que en América Latina gozan varios grupos políticos, empresariales y delictivos.
La cultura de la ilegalidad es lo que permite que los delitos no sean debidamente investigados ni sancionados, lo que favorece que la impunidad “corra” de México hasta Argentina y viceversa, pasando por el Caribe, dentro de un círculo vicioso de pobreza, corrupción, desigualdad e instituciones de Estado poco sólidas, que se ven aún más frágiles en la era post-COVID.
A la hora de analizar las diferentes propuestas de solución de los problemas del Crimen Organizado y Narcotráfico, al igual que analizamos a los factores facilitadores como causantes, es posible abordarlos como solución más evidente para erradicar de forma real el problema.
Soluciones relacionadas con la reducción de la corrupción, que pasan desde una mejor educación de la sociedad hasta un mejor control de las acciones de los diferentes funcionarios, posiblemente sea el germen de la creación de un correcto funcionamiento del imperio de la ley, es decir, la existencia real de un Estado de Derecho.
En el ámbito judicial, quizá aumentando su carácter más represivo conseguiríamos una reducción de los diferentes casos de impunidad. A este resultado se llega a través de lo que se conoce como una correcta separación de poderes, ya que hemos observado que en los casos mencionados de A.L.C no existe una dicha diferenciación, lo que conlleva mayores casos de corrupción e impunidad.
Como ya se ha mencionado, todos estos cambios tienen detrás una modificación radical de la sociedad a partir de la educación y la renovación de las diferentes leyes del país, algo que tiene que venir por parte de los gobernantes y de los ciudadanos a los que supuestamente representan.

En cuanto a nuestro caso particular, hemos podido deducir que la presencia de un débil imperio de la ley, un nivel de corrupción alto y una presencia de impunidad por delitos de crimen organizado a nivel estatal son la explicación obvia de porque el Caribe es considerada una de las plataformas de distribución de cocaína más importantes del mundo.
Conforman con esto una red de narcotráfico cuyo destino es Europa y EEUU, utilizando rutas, bases y medios de todo tipo para conseguir llegar el producto al destino sin incautaciones.
La presencia del narcotráfico en el Caribe y su utilización como medio de distribución está intrínsecamente unida a su influencia transnacional de organizaciones originarias de países como México, Colombia o Venezuela, como si fuese una “franquicia” encargada básicamente del movimiento del producto hasta su destino.
En estados con mayor superficie como sería el caso de Jamaica o Cuba existen valores de corrupción de los más altos de A.L.C, lo que se relaciona intrínsecamente con un nivel de corrupción muy alto.
Por lo cual, por el momento y hasta que no exista un correcto desarrollo de los Estados de esta demarcación territorial, será casi imposible que podamos encontrar una correcta erradicación del Crimen Organizado en el Caribe.

Me ha encantado tu artículo ; está muy bien relatado y documentado.
Yo conocía el crimen organizado y el trafico de sustancias en sudamérica, incluso en haití, pero no sabía nada de otras partes del caribe donde he estado, tales como cuba , puerto rico o jamaica.
Me ha gustado mucho tu información y manera de exponer las cosas, por ello me gustaría que cuando tengas más artículos, me los envíes, please, para poder seguir aprendiendo.
Gracias, Crack!!!
Eli