En un mundo donde las amenazas globales acechan a cualquier Estado, la seguridad y la defensa del territorio se antojan prioritarias para cualquier gobierno que desee mantener controlados los riesgos a los que se expone su población.
Cualquiera que se asome a ver cómo está dispuesto el tablero internacional en materia militar, podrá darse cuenta de la importancia y del papel que los ejércitos de las grandes potencias juegan en las relaciones internacionales en un escenario cada vez más multipolar.
Estados Unidos, China, Rusia, Israel, India o Turquía; son algunos de los ejemplos que muestran el preponderante rol de las armadas para afianzar los intereses de las naciones.
¿un ejército europeo?
A pesar de altos estándares de vida en Europa, donde el confort y la relativa tranquilidad de la sociedad de un Estado miembro que goza de sus plenos derechos y cree tener garantizada su plena seguridad al no entrever ningún conflicto destacable dentro de las fronteras de la Unión, los desafíos a los que se está exponiendo Europa desde hace varios años reflejan la necesidad de acciones conjuntas en materia de defensa.
La complicada situación en toda la zona del Sahel con las consecuencias que ello conlleva. Los recientes movimientos de Rusia en Europa del Este. Las sucesivas olas de refugiados que supusieron un auténtico quebradero de cabeza para las instituciones y los miembros de la UE. Los flujos masivos de migrantes. El auge de los ciberataques. O el terrorismo internacional que ya ha dejado su violenta huella en varios países europeos. Estas son algunas de las dinámicas más importantes que están afectando directamente a la seguridad europea.

Es cierto que un sector significativo de la población europea ve con buenos ojos una integración y cooperación mucho más estrecha para la protección de los intereses de la región.
El Eurobarómetro especial de 2017 sobre seguridad y defensa informó que tres cuartas partes (75%) de la sociedad están a favor de una política común de defensa y seguridad. Así mismo, en el Eurobarómetro de marzo de 2018, el 68% de los europeos afirmó que le gustaría que la UE hiciera más en defensa. El respaldo más fuerte a esta posición vino de Estados miembro como Chipre (92%), Rumanía (80%) y España (78%). Líderes de la talla de Angela Merkel o Emmanuel Macron han mostrado su disposición en pos de un proyecto militar europeo conjunto.
Además, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, comentó en 2019 que uno de los objetivos a largo plazo debía ser la creación de un ejército europeo. Cabe mencionar que pese a lo novedoso que puede resultar este asunto, ya en 1950 Francia dio los primeros pasos hacia la conformación de una Comunidad Europea de Defensa.
El problema, es que ellos mismos dieron por muerta la propuesta poco tiempo después de que fuera formulada. En 2015 y 2018, de la mano del entonces presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, el debate regresó al seno del Parlamento Europeo.

Hay que recordar que el garante por antonomasia de los elementos de protección en Europa han sido proporcionados, en gran medida, por la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los ejércitos nacionales de los países miembros de la UE no se podrían permitir, debido a sus capacidades, soportar un enfrentamiento de larga duración o a gran escala.
A pesar de esto, toda la actividad y los debates sobre esta materia han tenido sus efectos en plano institucional europeo. Varias medidas nuevas han sido implementadas, o han ampliado la ya existentes, para lograr más autonomía a nivel de seguridad y defensa. Hagamos un repaso sobre los avances en este aspecto:
– Cooperación Mutua Permanente en 2017 (PESCO). Marco y proceso para profundizar en la cooperación en materia de defensa entre los Estados miembros de la UE que sean capaces y estén dispuestos a hacerlo. La decisión de participar aquí es voluntaria. No hay transferencia de competencias. La toma de decisiones emana de los Estados miembro. En conjunto con la PESCO, se puede mencionar el Fondo Europeo de Defensa (EDF) que se ha empleado para cofinanciar la colaboración en defensa. Y la Revisión Anual Coordinada de la Defensa (CARD) que permite un análisis del gasto, inversiones nacionales y el esfuerzo en investigación de defensa que cada miembro aporta.
– Política común de seguridad y defensa en 2009 (PCSD). Se formó con la firma del Tratado de Lisboa para sustituir y ampliar la anterior política europea de seguridad y defensa (PESD). El objetivo de la política es el establecimiento de una capacidad de defensa común europea.
– Servicio Europeo de Acción Exterior en 2011 (SEADE). Se encarga de dirigir las relaciones diplomáticas de la UE con otros países. Además, lleva adelante la política exterior y de seguridad de la Unión.

– El Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad en 1999. Es el principal coordinador y representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) en la Unión Europea.
– Estado Mayor de la Unión Europea en 2001 (EMUE). Su función es proporcionar alerta temprana. Evalúa de la situación. Planifica de forma estratégica. Encargado de los sistemas de comunicación e información, desarrollo de conceptos, formación y educación. Por último, se enfoca en el apoyo a las asociaciones.
– Agencia Europea de Defensa en 2004 (EAD). Enfocado en la ayuda proyectos de cooperación en defensa en Europa y constituye un foro para los ministros de Defensa de la Unión.
Es importante remarcar que la existencia de estas instituciones y la aplicación de medidas en materia de política exterior y defensa, no tienen como objetivo prioritario la creación de un ejército europeo convencional. El fin que se persigue es aumentar el nivel de integración entre los Estados miembro y alcanzar la llamada autonomía estratégica. Es decir, dotar a la UE de las capacidades necesarias para poder planear, decidir y actuar de forma autónoma en el escenario internacional.
Del mismo modo que se plantean modificaciones en las políticas de la UE para lograr no depender de la ayuda exterior, en este caso de la OTAN, es cierto que se ha reforzado la cooperación entre estas dos agrupaciones en la búsqueda de seguridad y defensa común. Actualmente, hay un total de 74 proyectos vinculados con ciberseguridad, maniobras conjuntas y esfuerzos en la lucha contra el terrorismo que fomentan la sinergia entre la OTAN y la UE.

Para que se pueda ver realizado el deseo de un ejército europeo, habrá que esperar bastante tiempo. A corto y medio plazo será casi imposible que se conforme un cuerpo militar de la Unión Europea que reemplace a las fuerzas armadas de cada país de la Unión.
De hecho, la probabilidad de que este modelo de ejército se implemente es sumamente reducida. Esto supondría una cesión de soberanía muy marcada. Y, además, acarrearía cambios sustanciales en la administración, organización y el sistema de cada Estado miembro.
Sin embargo, un modelo que formalice, dinamice, fomente y refuerce la cooperación y actuación directa de unidades militares europeas, donde la participación sea voluntaria y no exista pérdida de soberanía, podría ser el camino iniciado por la PESCO para la protección armada de los intereses europeos en un contexto de amenazas de carácter global.
