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Sanna Marin y Magdalena Andersson plantan cara a Vladimir Putin

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Ante el temor de que la guerra de Rusia con Ucrania se expanda por los países escandinavos, las primeras ministras de Finlandia, Sanna Marin, y de Suecia, Magdalena Andersson, declararon sus intenciones de que sus naciones sean adheridas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y además establecieron una alianza conjunta para coordinar más estrechamente su Defensa.

Tras el anuncio de la invasión rusa a Ucrania, tanto Finlandia como Suecia expresaron su rechazo a la agresión militar de Rusia. Estocolmo, mediante un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, condenó “en los términos más firmes la invasión rusa de Ucrania. Los actos de Rusia son también un ataque al orden de seguridad europeo. Se le hará frente con una respuesta unida y contundente en solidaridad con Ucrania”. 

Helsinki, a través de Sanna Marin, consideró la operación militar especial rusa como una grave ruptura de las leyes internacionales y una amenaza  a la vida de muchos civiles y afirmó que: “Finlandia expresa su respaldo sólido a Ucrania y los ucranianos, estamos buscando formas de aumentar nuestro apoyo”. 

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Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, y Antti Kaikkonen, ministro de Defensa | REUTERS

Las probables consecuencias del conflicto desencadenado por Moscú han generado preocupación en estos países nórdicos, que han pedido garantías de seguridad a la Unión Europea (UE) remitiéndose al artículo 42 del Tratado de la Unión Europea, en el que figura en el apartado 7 una cláusula de solidaridad de defensa común.

Cabe señalar que tanto Finlandia como Suecia tienen política de no alineamiento militar, Estocolmo desde 1814 y Helsinki desde 1941, y son países asociados a la OTAN, pero no son miembros de la Alianza Atlántica. Ambas naciones iniciaron varios acuerdos de cooperación con la Alianza cuando suscribieron el Programa de Asociación para la Paz en 1994.

El sábado 5 de marzo las primeras ministras sostuvieron un encuentro en Helsinki que puso en alerta al Kremlin por su deseo de fortalecer su relación con la OTAN. Tras la reunión, Sanna Marin, junto a su homóloga sueca, compareció ante la prensa y declaró que: “la guerra de Rusia contra una nación europea pone en riesgo la seguridad y el orden europeo. En este contexto de seguridad cambiante, Finlandia y Suecia van a incrementar su cooperación. Valoramos mucho la estrecha cooperación en defensa con Suecia. Nuestros países no están directamente amenazados, pero es claro que debemos evaluar la seguridad en nuestra propia región juntos, compartir nuestros análisis y profundizar nuestra cooperación. Por eso nos reunimos hoy mientras nuestros ministros de defensa están manteniendo su propia conversación. Finlandia y Suecia han decidido fortalecer su interacción con la OTAN. Esto significa que tendremos mejor acceso a la coordinación, cooperación y un mayor conocimiento de la situación de seguridad”.

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La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, y su par sueca, Magdalena Andersson, ofrecen una rueda de prensa al exterior de la residencia oficial de Kesäranta, en Helsinki, Finlandia | REUTERS

La declaración de la primera ministra de Finlandia evidenció ese sentimiento de amenaza que supone que Moscú emprenda una política expansionista hacia esos territorios que, hasta antes de la operación militar especial en Ucrania, tenían una tradicional política de Estado de neutralidad.

Sin embargo, Helsinki y Estocolmo rompieron su principal tabú de no exportar armas o material militar a países en guerra, ya que apoyaron con esos recursos al gobierno del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para contener el avance ruso. 

Sanna Marin calificó como una “decisión histórica para Finlandia” el envío de  2.500 fusiles de asalto, 150.000 municiones, 1.500 lanzagranadas, 70.000 raciones de campaña, chalecos antibalas, cascos y un hospital móvil a Kiev.

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Soldados ucranianos manejando un vehículo militar blindado en las afueras de Kiev, Ucrania | AP

Mientras que el parlamento sueco autorizó mandar 5.000 lanzacohetes, 5.000 kits de blindaje, 5.000 cascos y 135.000 raciones de campaña a Ucrania. Este tipo de apoyo no ocurría desde la invasión soviética de Finlandia en 1939. Tras esto, Magdalena Andersson justificó esta acción señalando que su “conclusión es ahora que nuestra seguridad será mejor si apoyamos la capacidad de Ucrania para defenderse de Rusia”.

Ante esto, Moscú, a través de la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zajarova, amenazó a los países nórdicos, al afirmar que  “el ingreso de Finlandia y Suecia en OTAN, primordialmente una alianza militar, tendría serias consecuencias militares y políticas que exigirían una respuesta de nuestro país”.

Zarajova agregó que “Finlandia y Suecia no deberían fundamentar su propia seguridad en el daño de la seguridad de otros países”.

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María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso | EFE

Estas declaraciones se relacionan directamente con la advertencia que lanzó el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, de que “aquellos que están armando a Ucrania, por supuesto, deben entender que asumirán la responsabilidad de sus acciones”, amenaza que fue dirigida tanto a Finlandia y Suecia como a los países que integran la UE.

Estas naciones nórdicas consideraron que su neutralidad supone vulnerabilidad al ser países no alineados. Helsinki prefiere enfrentarse a las graves consecuencias político-militares de Rusia bajo la protección de la Alianza que sola, de la misma forma en que ocurre en Estocolmo, aunque ahí las autoridades aún no consideren que el conflicto en Ucrania suponga un aumento de amenaza directa. Pese a esto, Andersson tiene claro que: “es Suecia sola y de manera independiente la que decide su línea en materia de seguridad”.

Según un sondeo, el 53% de las finlandesas y los finlandeses están a favor de que su país ingrese permanentemente a la OTAN. Mientras que en Suecia, el 41% de las suecas y los suecos apoyan entrar en la Alianza Atlántica, por un 35% en contra, de acuerdo con un sondeo del instituto Novus.

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Encuentro de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en el Sala de Finlandia en Helsinki, Finlandia en octubre de 2021 | EPA

Pese al apoyo de la ciudadanía nórdica para que sus respectivos países se integren a la Alianza, el proceso para que esto ocurra resulta muy complejo. En el caso de Finlandia una iniciativa popular, que recogió 50,000 firmas, logró que el gobierno finlandés abriera un referéndum consultivo en el Eduskunta (parlamento), pero que de acuerdo con la primera ministra, tendrá la única finalidad de saber la opinión de todos los partidos políticos más que de debatir en profundidad. En Suecia, la aprobación de esta gran reforma requiere de un amplio consenso en el parlamento, a manos de los socialdemócratas, algo que por ahora no ocurre, pero que podría cambiar si en las elecciones legislativas de septiembre ganan la oposición, los conservadores.

La sensibilidad de Finlandia, que es el socio de la Unión Europea (UE) con más kilómetros de frontera compartida con Rusia, con mil trescientos cuarenta kilómetros, y fue ducado autónomo de Moscú de 1809 a 1917, se debe a que en 1939 sufrió la Guerra de Invierno y en 1941 la Guerra de Continuación, ambas contra la Unión Soviética encabezada por Iósif Stalin. Por otra parte, cabe decir que también Suecia durante los siglos XVIII y XIX enfrentó guerras con Rusia.

Finlandia y Suecia llevan mucho tiempo unidas estratégicamente en materia de seguridad y defensa, de tal forma que si cualquiera de las dos diera el paso a la OTAN, la otra probablemente seguiría su ejemplo, según los analistas.

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La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, y la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, en Helsinki | AP

La invasión de Rusia a Ucrania sirvió para que las y los líderes europeos descubrieran su dependencia militar de la OTAN y los Estados Unidos y , por ello, decidieran acelerar sus inversiones en seguridad. En este sentido, Suecia se sumó a Alemania, Bélgica y Dinamarca con su resolución de aumentar hasta el 2% del Producto Interno Bruto (PIB) su gasto militar.

El 10 de marzo, Magdalena Andersson, declaró, para oficializar el anuncio, que: “hoy presentamos una nueva iniciativa con un mensaje claro al pueblo sueco y al mundo que nos rodea. La capacidad de defensa de Suecia debe reforzarse en gran medida”. 

El gasto en defensa de Suecia había descendido del 3% al 1% del PIB desde principios de la década de 1980 a los últimos años.

Cabe decir que en Estocolmo esta sensación de estar en peligro viene desde enero de este año cuando el gobierno sueco envió cientos de soldados al destacamento permanente en la isla báltica de Gotland por el aumento de buques rusos en la zona. Esta sensibilidad se acentuó recientemente en Suecia cuando acusó a Moscú de que cuatro aviones rusos, dos cazas SU-27 y dos SU-24, habían sobrevolado brevemente su espacio aéreo.

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Suecia reforzó patrullas en la isla de Gotland por la mayor tensión en el Báltico | EFE

De momento, Suecia descarta su ingreso en la OTAN para evitar generar más tensión en Europa. Magdalena Andersson afirmó que: “Si Suecia decidiera presentar una solicitud a la OTAN en este momento, se desestabilizaría aún más esta parte de Europa» y que «lo mejor para la seguridad de Suecia y para la seguridad de esta región de Europa es que el gobierno tenga una política a largo plazo, consistente y predecible».

En ese sentido y ante la posibilidad de que la operación militar especial en Ucrania conlleve a una nueva guerra mundial, la primera ministra de Finlandia dijo: “estamos haciendo muchas cosas. Pero, por supuesto, también queremos asegurarnos de que la situación no se agrave, de que no terminemos en una Tercera Guerra Mundial”.

Algo que celebra Rusia, ya que como Maria Zajarova aseveró, tanto Finlandia como Suecia han confirmado el principio de indivisibilidad de la seguridad en su calidad de miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Sin embargo, la tranquilidad en Moscú no es plena ya que saben que la interacción entre Helsinki, Estocolmo y la OTAN ha crecido últimamente, además de que, tras el conflicto, la posible  principal beneficiada será la Alianza Atlántica.

Antes de la invasión en Ucrania, el presidente finlandés, Sauli Niinistö, mantuvo una estrecha relación bilateral con su homólogo ruso, Vladimir Putin. De hecho, Finlandia estaba previendo la construcción de una nueva central nuclear en la costa este del país, el proyecto Fennovoima, con el 34% de la participación de la agencia atómica rusa, Rosatom.

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El presidente de la República de Finlandia, Sauli Niinistö, dando la bienvenida al presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una visita de trabajo a Finlandia en agosto de 2019. Oficina del presidente de la República de Finlandia

Lo único claro hasta ahora es que ni Sanna Marin ni Magdalena Andersson se han acobardado ante el desafío que supone el Kremlin, sus posturas han disipado el miedo que tanto Finlandia y Suecia tenían a Rusia desde la Guerra Fría y acrecentaron en 1999 cuando Putin llegó al poder. 

Esto no es de extrañar debido a la capacidad de liderazgo de ambas. Sanna Marin aplicó, durante la pandemia,  las restricciones de la Ley de Emergencia que le permitieron a Finlandia ser uno de los países en el mundo menos golpeados por el COVID, lo cual le sirvió a Marin para recibir elogios, aunque su gobierno no ha estado exento de polémicas. 

Mientras que Magdalena Andersson, pese a que dimitió ocho horas después de ser nombrada como la primera mujer ministra de Suecia al no poder aprobar su proyecto de presupuestos y ser elegida para el mismo cargo por segunda vez en menos de una semana, ha generado reputación política como una mujer directa y contundente que a través de su slogan “Suecia puede hacerlo mejor” está consolidando su gobierno provisional, electo tras la dimisión del ex primer ministro Stefan Löfen.

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La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin; la primera ministra sueca, Magdalena Andersson y el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, en Helsinki | EFE

Sanna Marin nació en Helsinki en 1985, estudió Administración Pública en la Universidad de Tampere y fue miembro de las juventudes socialdemócratas desde muy joven. En 2010, entró a formar parte del comité nacional del Partido Socialdemócrata de Finlandia (SDP). En 2012, fue elegida concejal del Ayuntamiento de Tampere. En 2015, con 29 años, se convirtió en diputada en el Eduskunta. En 2017, fue la vicepresidenta del SDP. En 2019, recibió la cartera de Transportes y Comunicación. Y el 10 de diciembre de ese mismo año, con 34 años, se convirtió en la primera ministra más joven del mundo.

Magdalena Andersson nació en Uppsala en 1967, estudió en la Escuela de Economía de Estocolmo, completó un breve curso en la Universidad de Harvard y en la Escuela de Estudios Avanzados de Viena. Su trayectoria política comenzó a los 16 años en las Juventudes del Partido Socialdemócrata (SAP, por sus siglas en sueco). A los 24 años pasó a integrarse al gobierno de Göran Persson. Fue secretaria de Estado de Economía, asesora de Mona Sahlin, la primera mujer que lideró a los socialistas suecos, responsable de la Agencia Tributaria, portavoz de Economía del SAP y ministra de Economía durante el gobierno de Stefan Lofven.

Parece poco probable que Rusia invada otro país cuando sus fuerzas militares están concentradas plenamente en Ucrania, pero no debemos de subestimar al presidente Vladimir Putin que, como confirmó con la guerra en su país vecino, cuando se siente amenazado y acorralado toma decisiones drásticas sin importarle la soberanía e independencia de las demás naciones. Este es un motivo real para disipar el escepticismo que logre que Finlandia y Suecia se unan a la alianza militar transatlántica. De momento, con estas posturas, Sanna Marin y Magdalena Andersson ya han plantado cara a Vladimir Putin, mostrando firmeza y valentía para tomar decisiones importantes para la defensa de sus países.

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