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Putin y Rusia se juegan su supervivencia en la guerra

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, no se dará el lujo de retirarse de la guerra, es más, ni siquiera podrá perderla, porque de ser así, a su ya de por sí repudiable perfil autoritario y desprestigio internacional, se sumarán fuertes sanciones y castigos que afectarán su poder y al Estado ruso. 

Vladimir Putin tendrá que asumir con la misma vehemencia con la que inició la invasión, bajo el eufemismo de operación militar especial en la región del Donbás y la patética propaganda de desnazificar y desmilitarizar Ucrania, las consecuencias de su injustificable decisión.

El zar ruso enloqueció y llevó al extremo su rivalidad y odio contra los Estados Unidos, que dicho sea de pasó, ignoró las demandas rusas -asegurar que Ucrania no formara parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), garantizar que la Alianza no incorporaría a más países del espacio postsoviético y replegar toda actividad militar de la OTAN, incluido el armamento de los países cercanos a Rusia-, arrastrando a Ucrania a una execrable guerra.

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El presidente Vladimir Putin en su discurso del 24 de febrero por la mañana prometió perseguir a quienes dijo que había cometido "diversos crímenes sangrientos contra civiles" | AP

Por otra parte, mientras Putin permanece atrincherado en el Kremlin; en Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski se ha erigido como el inesperado héroe de la guerra, ha asumido cabalmente su jerarquía como comandante en jefe, luchando junto a sus tropas y saliendo al campo de batalla. Zelenski mediante una emotiva y patriótica retórica ha logrado levantar los ánimos de su pueblo. Su juventud y carisma han conseguido dar fortaleza a la nación ex soviética y mantenerla en pie de lucha. El discurso del presidente ducraniano ha tenido tanta fuerza que las ucranianas y los ucranianos se han implicado en la resistencia del país.

Volodímir Zelenski, el estandarte de la batalla, ha ofrecido declaraciones que trascenderán en la historia como cuando afirmó que su país estaba listo para el ataque ruso: “si nos atacan, verán nuestras caras, no nuestras espaldas”. Cuando el Kremlin amenazó con recrudecer los ataques y el líder judío aseguró que: “lucharemos el tiempo que sea necesario”. Cuando Estados Unidos le recomendó salir del país debido a que los servicios secretos ucranianos y estadounidenses advirtieron que el Kremlin pretende asesinarlo para descabezar el gobierno y poner un régimen títere de Moscú: “yo necesito municiones, no un aventón”. Cuando se dirigió a sus ciudadanas y ciudadanos para animarlos a defender el país: “Estén preparados para apoyar a Ucrania en las plazas de nuestras ciudades”. Cuando criticó que Occidente abandonó Ucrania: “Si ustedes, mis queridos líderes mundiales, líderes del mundo libre, no ayudan con fuerza a Ucrania hoy, mañana la guerra tocará a sus puertas”. Pero sobre todo con su primer discurso cuando inició la guerra: “Defenderemos nuestro país, porque nuestra arma es la verdad, y nuestra verdad es que esta es nuestra tierra, nuestro país, nuestros hijos, y defenderemos todo esto”. 

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El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, durante unas maniobras militares en Kalanchak, en el distrito de Jersón, al sur de Ucrania | EFE

Pese a que se vaticina que, tarde o temprano, las fuerzas ucranianas sucumbirán a las rusas, el presidente ucraniano le ha ganado la batalla del relato a Moscú al señalar desde el primer día que: “Rusia atacó traidoramente nuestro estado por la mañana, como lo hizo la Alemania nazi en los años de la Segunda Guerra Mundial…Nuestros países se encuentran en diferentes lados de la historia mundial. Rusia está en el camino del mal”, y comparando a Putin con Hitler, de tal forma que le dio vuelta a la narrativa del Kremlin. Esto lo constató el ataque ruso a la torre de telecomunicaciones de Kiev.

Por el bien de Ucrania, ojalá que la Unión Europea responda pronto a la solicitud del mandatario de Ucrania, de ser adherida inmediatamente como miembro del club comunitario, puesto que, como aseguró Zelenski, Ucrania se lo merece y más que merecer, lo necesita para tener mayor seguridad y protección en estos momentos críticos en los que Ucrania está peleando sola, aunque Europa y los Estados Unidos envíen combustible y armamento y pese a que ello aún no genera unanimidad en la Eurocámara y acentuará el cólera de Moscú.

En esta primera semana de la guerra, Rusia no ha logrado sus objetivos militares debido a la mala implementación de una estrategia que en principio buscó fundamentalmente como plan A, la toma rápida de la capital, Kiev, sumado a la valerosa resistencia del ejército ucraniano. Su hasta ahora fracaso también se debe a que Moscú nunca consideró un plan B y su plan C, lejos de invadir el conjunto del país, consiste en castigar distintas ciudades. La frustración del Kremlin los ha llevado a empezar a realizar crímenes de guerra como lo son los bombardeos contra civiles inocentes.

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Agentes de las fuerzas ucranianas toman posiciones en el centro de Kiev | Reuters

El oso soviético se siente amenazado  y acorralado por eso es que puso en alerta a sus fuerzas de disuasión nuclear, porque sabe que, pese a su superioridad militar con respecto de Ucrania, está ofreciendo una imagen de debilidad ante su propio país y ante el mundo. 

Esto ha provocado que Occidente, sobre todo, la Unión Europea le perdieran el miedo a la bruja del Este y le hayan impuesto fuertes sanciones que han afectado la economía de Moscú, a través del congelamiento de las reservas internacionales del Banco Central de Rusia y el bloqueo de transacciones de comercio exterior al inhabilitar el sistema de pagos SWIFT y además, arrope a Ucrania con ayuda militar, incluida Alemania, que tras la reunión del canciller, Olaf Scholz, con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha retomado su liderazgo en el continente, primero posponiendo la autorización del oleoducto Nord Stream 2, luego autorizando enviar armas antitanque,  misiles, vehículos de combate y combustible a Ucrania y finalmente destinando un fondo especial de 100.000 millones de euros para dotar a las Fuerzas Armadas y la inversión anual de más de 2% del PIB en defensa.

Biden aprovecha este momento para amenazar a Putin señalando que su acción tendrá costos y calificarlo, por lo que realmente es, un dictador, como dijo en su discurso del estado de la Unión del primero de marzo. Biden sabe que aunque Putin logre su objetivo expansionista, perderá mucha capacidad tanto política como militar  y social producto del desgaste en el que se encuentra por el conflicto bélico, lo cual le podría servir para eliminar a uno de sus dos rivales del tablero geopolítico, aún así deberá estar expectante de que los acontecimientos no vayan a provocar una acción de ejecute el artículo quinto de la OTAN.

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Joe Biden es su primer discurso sobre el Estado de la Unión ante el Congreso | Reuters

Aunque a partir del sexto día de la guerra en el que Rusia ha intensificado sus ataques de artillería y aviación y ha empeorado esta cruel y violenta pesadilla en Ucrania, la UE, la OTAN y los Estados Unidos están saliendo reforzados de esta situación. En las naciones que conforman el organismo europeo ha surgido una unidad por su rechazo a la invasión rusa y hacia Rusia, además del apoyo militar a Kiev que podrían dar un impulso definitivo a la Europa de la Defensa, lo cual todavía resulta complicado debido a los intereses de cada una. En el caso de la OTAN se debe a que Rusia ha provocado que países como Finlandia y Suecia deseen integrarse a la Alianza y por haber subestimado el estado de Alianza, ya que como dijo Biden la OTAN está más unida porque a todos sus integrantes les genera animadversión Moscú. Y en cuanto a los Estados Unidos es porque mantienen su control sobre la UE y la OTAN.

Seguramente, como trascendió la información después de la conversación telefónica que sostuvo Putin con su homólogo francés, Emmanuel Macron, las condiciones para que haya un alto el fuego requerirán indispensablemente que Kiev reconozca la soberanía rusa de Crimea, la desmilitarización, la desnazificación y el cumplimiento de la oferta de neutralidad, es decir, que Ucrania no desarrolle o adquiera armas nucleares, no intente formar parte de la OTAN y tampoco a la Unión Europea, veremos si el gobierno ucraniano acepta y los Estados Unidos lo toleran.

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Una efigie acribillada a balazos de Vladimir Putin, cubierta por nieve fresca en una posición de primera línea en la región de Luhansk, en el este de Ucrania | AP

Más allá del desenlace de este suceso histórico, cuyos pronósticos podrían ser arriesgados, y de la posibilidad de que Rusia mantenga control sobre Ucrania, aunque seguramente sin someter a su población y sin generar, como hasta ahora, aprobación entre los mismos rusos, este hecho supone un punto de inflexión en el escenario geopolítico.

La mayor amenaza desde la Segunda Guerra Mundial ha puesto en manifiesto dos cuestiones: la primera, que el máximo organismo de seguridad en el mundo como lo es el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas requiere profundos ajustes y la segunda, la más importante, que el orden postguerra dejará su paradigma unipolar por uno multipolar.

El presidente ruso pagará caro su osadía con la que se ha convertido en una seria amenaza del mundo. Atentar contra la soberanía de una nación con el pretexto de mantener su seguridad territorial dentro del espacio de lo que era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y proteger a los prorrusos en Donetsk y Luhansk, le traerán graves consecuencias aunque prosperen las negociaciones entre los representantes rusos y ucranianos en Bielorrusia o logre sus objetivos estratégicos. En la derrota o en la victoria, Putin y Rusia  se juegan su supervivencia.


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