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Olaf Scholz, un nuevo capítulo de Alemania

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Una nueva era en Alemania comenzó el pasado 8 de diciembre de 2021 cuando el Bundestag, parlamento alemán, invistió a Olaf Scholz como nuevo canciller. Marcando el final de la etapa de Angela Merkel, quien ostentó el cargo durante dieciséis años.

Scholz, de 63 años, estudió Derecho, se especializó en Laboral, e inició su trayectoria política como líder de la Juventud Socialista. En 1998 fue elegido por primera vez para el Bundestag. En 2011 asumió las responsabilidades de Interior de Hamburgo, ciudad en la que creció, y posteriormente, de 2002 a 2004, fungió como secretario general del Partido Socialdemócrata (SDP). En 2007 se unió al gobierno de Merkel como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. Fue alcalde de Hamburgo de 2011 a 2018. Y desde 2018 fue vicecanciller y ministro de Finanzas de la pasada cancillería.

Olaf Scholz ha sido calificado como conservador y es visto como una garantía de estabilidad, moderación y continuidad.  El noveno canciller de la República Federal es descrito como un hombre pragmático, discreto, sobrio, sin carisma, sin gran oratoria, que huye de la confrontación y que busca el acuerdo a través de negociaciones en la que los intereses de los involucrados no sean afectados. Similar a su antecesora.

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El canciller alemán, Olaf Scholz, en el congreso de los jóvenes socialdemócratas en Frankfurt | AP

La carrera política de Olaf Scholz ha tenido claroscuros. Como alcalde de la ciudad hanseática dejó un acuerdo de reestructuración de deuda con la Comisión Europea que permitió al HSH Nordbank deshacerse de seis mil doscientos millones de euros en activos para evitar el cierre, salvó dos mil quinientos puestos de trabajo, aplicó una política de construcción de viviendas con la que contuvo los alquileres. Sin embargo, recibió la cumbre del G-20 con violencia policial y se le relacionó en una estafa de dividendos de acciones cum-ex.

Como ministro de Finanzas fue elogiado por su manejo de la crisis de la COVI-19 y ganó fama de gestor eficaz y profesional debido a que avaló un paquete de financiación de emergencia de setecientos cincuenta mil millones de euros para ayudar a empresas y trabajadores alemanes para sobrevivir a la pandemia. Además, fue el artífice del fondo de recuperación de la Unión Europea junto con Francia. Pero también fue señalado como principal responsable del colapso de la empresa de pagos Wirecard.

El nuevo canciller ganó las elecciones en el parlamento con trescientos noventa y cinco votos a favor, contra trescientos tres votos y seis abstenciones, gracias a la coalición entre su formación, el SPD, con Los Verdes (Die Grünen) y los Demócratas Libres (FDP, por sus siglas en alemán).

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El canciller alemán Olaf Scholz en un acto del partido socialdemócrata para nombrar a sus miembros del futuro gabinete de gobierno, el 6 de diciembre de 2021 en Berlín | AFP

Entre los puntos más destacados de la agenda “política de alto impacto” del primer gobierno tripartito de Alemania encontramos: en materia ambiental, la extensión del uso de energía renovable y adelantar la eliminación del uso de carbón como generador de energía desde 2038 o incluso antes, para el 2030, de acuerdo con lo establecido en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y en el Acuerdo de París y con el objetivo que al finalizar la actual década, 80% de la electricidad proceda de energías renovables y el 50% de la calefacción sea climáticamente neutra.

En telecomunicaciones, el noveno canciller de Alemania propuso mejorar sus redes de telefonía móvil e Internet.

En cuanto a programas sociales, la alianza de centro-izquierda prometió legalizar la venta de cannabis con fines recreativos y facilitar la ciudadanía alemana. Reducir, de los 18 a los 16 años, la edad mínima para votar en las elecciones nacionales. Aumentar el salario mínimo, pasar de los 9,60 euros a entre 12 y 13,50 euros por hora. No incrementar impuestos y reducir la burocracia innecesaria. Además, la coalición se comprometió a adquirir cuatrocientos mil  apartamentos por año para frenar el aumento de los precios de alquiler.

En política exterior, el reto del nuevo gobierno será conjugar su interés nacional con el liderazgo en Europa en asuntos continentales como: la transición hacia una industria ecológica y la consolidación en materia de solidaridad y convergencia económica en el pacto de estabilidad y la reforma de las reglas fiscales del club europeo. Además, de hacer frente a la deriva autoritaria de Rusia, China, Polonia y Hungría.

Sin embargo, el principal desafío del nuevo canciller será el de mantener la autoridad que tuvo Alemania con Angela Merkel. Bajo el mandato de Merkel, la principal economía de la Unión Europea (UE) estableció jerarquía en temas como migración, economía, gestión de la pandemia y sobre todo cooperación internacional.

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La excanciller de Alemania Angela Merkel da el poder a su sucesor, el nuevo canciller alemán Olaf Scholz, en la Cancillería de Berlín el 8 de diciembre de 2021 | Reuters

La nueva ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, durante su discurso de inauguración afirmó que “aunque la coalición sea nueva para Alemania, se puede seguir confiando en nuestro país”.  Reflejando que los grandes rasgos de la política exterior alemana se mantendrán como lo son: la alianza cercana con Francia, fortalecimiento de los vínculos transatlánticos, su compromiso por la UE y el multilateralismo.

De hecho, en alusión a lo anterior, la primera salida oficial de Scholz fue a París para ratificar el vínculo franco-alemán y mostrar su apoyo a Europa y a Francia, «su amigo más cercano», según Baerbock,  puesto que el presidente francés Emmanuel Macron asumió la presidencia rotatoria del Consejo de la UE.

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El canciller alemán Olaf Scholz tuvo su primera actividad internacional en el cargo y se reunió con el presidente francés Emmanuel Macron en París en diciembre de 2021 | AP

De momento y pese a los pocos días que tiene en el cargo, el legítimo sucesor de Merkel ya ha sido criticado por su neutralidad en el conflicto Rusia-Ucrania. Pese a que la ministra de Exteriores alemana prometió una postura más dura con Rusia, Alemania ha decidido ejercer su derecho de veto, de no enviar armas a zonas de conflicto. La participación de Berlín se ha limitado a participar en la reunión del Cuarteto de Normandía (conformada por Rusia, Ucrania, Francia y la propia Alemania) para tratar de rebajar tensiones. La postura del canciller es consecuencia de que el gasoducto Nord Stream 2 que va de Rusia a Alemania sin pasar por Ucrania está en proceso de certificación. La dependencia de gas por parte de los germanos, debido al cierre de centrales nucleares y a su compromiso de quemar menos carbón para dejar de emitir dióxido de carbono, es la clave del problema.

Lo anterior genera inestabilidad ya que el canciller por más que haya declarado que en caso de que Moscú invada Kiev paralizaría el oleoducto, tiene dudas en detener su puesta  en marcha, puesto que para lograr sus propuestas en materia ambiental necesitan el gas como energía de transición mientras mejoran la capacidad de las renovables, de tal forma que los intereses internos priman sobre los de exterior por causas más medioambientales que geopolíticas. El rechazo a esta postura es porque Nord Stream 2 podría ser una herramienta para presionar a Rusia.

Cabe señalar que Nord Stream 2 es llamado por los analistas como “el grave error de la política exterior de la era Merkel”, por no oponerse a la infraestructura, y, por otra parte, Estados Unidos rechazó imponer sanciones con la condición de que Alemania se comprometiera a cerrar el suministro si Rusia empleaba la energía como arma. Aunque el presidente estadounidense Joe Biden puso fin a esta disputa, está en contra de que Berlín no suministre armamento a Kiev, algo que Washington considera sumamente necesario.

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Olaf Scholz durante su discurso por videoconferencia ante el Foro Económico Mundial | EFE

Por otra parte, el canciller deberá asumir el liderazgo de Alemania como presidente anual del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Durante su discurso ante el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), Scholz ya dejó entrever la actitud que asumirá. En el caso de Rusia dijo lo que se esperaba, que Europa no permitirá cambios de fronteras por la fuerza y reiteró el compromiso de la Unión con la integridad territorial de Ucrania, pero donde trastabilla es en sus declaraciones de que “su país quiere convertir el G-7 en el núcleo de un club climático internacional” y que Alemania quiere alcanzar la neutralidad de emisiones de carbono para 2045, hecho que contrasta, por ahora y en principio, por la dependencia de Berlín del hidrocarburo ruso. Según el ministro alemán de Economía, Robert Habeck, 55% del gas que utiliza Alemania proviene de Rusia a través de Nord Stream I, proyecto fraguado por el entonces canciller Gerhard Schröder y el presidente ruso, Vladimir Putin.

A lo previo podemos sumar que el canciller aún no declara ni especifica oficialmente las sanciones alemanas hacia Moscú en caso de una violación a la integridad territorial de Ucrania. Solo se ha limitado a expresar que “una agresión militar a Ucrania traería graves consecuencias políticas y económicas. Solo causaría sufrimiento para todos”.

Pese a que por ahora es prematuro sacar conclusiones, el perfil anodino y soso de Olaf Scholz genera incertidumbre de lo que será este nuevo capítulo de Alemania.  Si bien es cierto que en durante la cumbre de la UE se le dio una cálida bienvenida por parte de socialdemócratas europeos, entre ellos: el presidente de España, Pedro Sánchez, la primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, el primer ministro de Portugal, António Costa, la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, Olaf Scholz tendrá que ser más asertivo para ganar un mayor perfil, ya que será considerado como el líder del eje socialdemócrata europeo, eje que domina dos de los cuatro grandes países (Alemania y España)  mientras que Francia e Italia están gobernadas por centristas y el Partido Popular Europeo.

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El canciller alemán, Olaf Scholz, llega a la cumbre europea en Bruselas | REUTERS

Prueba de lo anterior es el encuentro en La Moncloa que sostuvieron Sánchez y Scholz con el fin de fortalecer la socialdemocracia en Europa. El mandatario español y el alemán destacaron la buena sintonía entre ambos y su cercanía política a raíz de los fondos de recuperación Next Generation, el reto de la transición verde y la transformación digital, pese a sus discrepancias en el pacto fiscal o de estabilidad y crecimiento, el cual obliga a reducir la deuda por debajo del 60% y el déficit del 3% a países como España, Italia o Francia que tienen actualmente una deuda por encima del 100%, aunque tras la reunión podría ser renegociado.

Lo único claro hasta ahora es que un cambio de paradigma bajo una retórica débil y con una política indecisa que bajo disyuntivas priorice asuntos nacionales sobre los internacionales traería consecuencias negativas a la diplomacia de Alemania. Sobre la mesa está el asunto del gasoducto el cual dará una mejor comprensión de la línea a seguir que el canciller tendrá durante su gestión. Será la pauta con la cual Scholz hará frente al legado que dejó Merkel, una sombra con la cual lidiará durante su gobierno. Ojalá que el nuevo canciller, por el peso geopolítico de su nación, esté a la altura de las expectativas.


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