Después de la Segunda Guerra Mundial y tras su reunificación en 1990, Alemania se consolidó como potencia internacional, tanto por su posición económica y política como por su influencia cultural y tecnológica. Al tratarse de una de las economías más grandes del mundo (FMI, 2022) y tener una posición influyente en la UE, juega un papel crucial en la toma de decisiones en el escenario internacional.
En septiembre de 2021, se celebraron las elecciones federales de Alemania que pusieron fin a los casi 16 años de liderazgo de Angela Merkel (BBC, 2021b). El partido socialdemócrata SPD obtuvo la mayor cantidad de votos. Tras las negociaciones, el SPD, Los Verdes y el FDP formaron una coalición de gobierno, la coalición semáforo por los colores de sus partidos, con Olaf Scholz como nuevo Canciller de Alemania (Bundesregierung, 2021). El gobierno se enfrentaba al comienzo de una nueva era y a una Alemania que, pese a los múltiples avances en ámbitos como la economía o la política climática, presentaba bastantes retos como la política migratoria, la desigualdad social, la gestión de la energía nuclear y la transición hacia una economía baja en carbono, la creciente influencia de la extrema derecha, la gestión de la pandemia y la relación con Turquía; a lo que además se le sumaría la agresión militar de Rusia contra Ucrania y la dependencia del gas ruso.
La coalición acordó un programa ambicioso de acción climática mediante el que pretendía abandonar el carbón como fuente de energía para 2030, además de dedicar un 2 % del territorio alemán a la generación de energía eólica y fomentar el hidrógeno, de manera que para el 2030 el 80 % de la electricidad se obtuviera de fuentes de energía renovables. La crisis energética tras la agresión militar de Rusia a Ucrania conllevó un cambio de prioridades y de estrategia para adaptarse a la nueva realidad, por lo que el carbón se convirtió en una solución a corto plazo, tanto para Alemania como para la UE, que permitió un mayor uso del carbón y de energía nuclear para sobrellevar la dependencia energética.
Otra de las prioridades de la coalición consistía en el aumento de las reformas sociales y de infraestructura, como la subida del salario mínimo y la proporción de una mayor protección a colectivos vulnerables. Además, se acordó fomentar la política exterior con Europa, que incluía el aumento de la soberanía estratégica europea y la búsqueda de una mayor independencia en seguridad, energía y otros asuntos de la agenda internacional (BBC, 2021a).

Se trataba de una agenda ambiciosa en un contexto complicado. A finales de 2022, un año después del inicio del gobierno, se mostró mediante una encuesta (Die Zeit, 2022) que dos tercios de los alemanes estaban insatisfechos con el gobierno de coalición. Marcel Fratzscher, presidente del DIW de Berlín (2022), analizó a este respecto los puntos fuertes y débiles de este primer año de gobierno. Entre los puntos positivos, destacaba el éxito de la política social, la subida del salario mínimo y las diferentes ayudas, además del éxito subestimado de la gestión del suministro energético. En términos de política exterior, mencionaba como punto a favor que se asumiera una mayor responsabilidad en la escena global, poniendo el ejemplo de la Ministra Federal de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, que en la COP27 fue una de las impulsoras para que se pudiera lograr al menos un pequeño progreso en la ayuda a los países más vulnerables.
Entre los puntos débiles, según Fratzscher (2022), se encontraba la protección insuficiente de las personas con bajos ingresos, ya que, pese a que casi ningún gobierno había destinado tantos recursos a la economía y a la sociedad en este sentido, se distribuye de manera muy desigual al favorecer en gran medida a los grupos de interés más poderosos. También mencionaba el poco peso a la transformación ecológica, social y económica, y la lentitud con la que se están implementando las energías renovables.
A nivel internacional, echa en falta una mayor responsabilidad de Alemania en Europa en cuanto al apoyo a los países vecinos para superar la crisis y critica la dependencia de Alemania de China y de otros regímenes autocráticos en lugar de insistir en una política exterior «basada en valores». A este respecto, hay que tener en cuenta que China es un importante socio comercial de Alemania y que la relación se ha vuelto más delicada dadas las preocupaciones de seguridad nacional y la situación de los derechos humanos en China. En este sentido, las políticas han sido criticadas y han causado divisiones con Los Verdes, al ser partidarios de poner por delante los derechos humanos y las consideraciones medioambientales, además de evitar la repetición de los errores del pasado con Rusia; por lo que está por ver si esta Alemania más vulnerable, obligada a reinventarse, está dispuesta a hacer nuevos sacrificios en favor de sus valores (Cinco Días, 2022).

La relación con Estados Unidos ha pasado por algunas tensiones, especialmente después del mandato de Obama y durante la presidencia de Trump, pero, pese a los periodos de altibajos, se trata de una relación sólida. Scholz y Biden se enfrentan a la gestión de su relación con China y al ataque de Rusia y su correspondiente envío de armamento a Ucrania, que causó revuelo debido a la postura, bastante criticada, que tomó Scholz al respecto. Alemania daría vía libre al envío de sus tanques Leopard 2 con la condición de que Biden también enviara sus tanques Abrams, dada la responsabilidad que suponía la acción y el peso histórico que lleva Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.
También entra en juego la relación tan compleja entre Alemania y Rusia a lo largo de la historia. Tras la reunificación de Alemania, se llevaron a cabo diferentes acuerdos comerciales y energéticos, entre los que se encuentra el gasoducto Nord Stream que conecta ambas potencias a través del Báltico, y que fue explotado a finales de septiembre de 2022; se considera que fue sabotaje, pero aún se está investigando (BBC, 2022). A raíz de la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, la relación comenzó a enfriarse, ya que se tomaron sanciones desde la UE contra Rusia (Consejo de la UE, 2023). Alemania adoptó una postura crítica y apoyó la adopción de sanciones, aunque su situación de dependencia energética le llevó a la búsqueda de equilibrio entre el veto a Rusia y las relaciones comerciales. Tras la agresión militar de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, se vio en la obligación de reducir la dependencia energética de manera drástica. Alemania importaba entonces de Moscú más de la mitad de sus necesidades de gas, principalmente a través del gasoducto Nord Stream 1, así como la mitad del carbón mineral y un tercio del crudo (Cinco Días, 2022).
Tanto el panorama nacional como el internacional actual es delicado. Pese a los errores y posibles mejoras, Fratzscher (2022) destaca la existencia de aciertos en el gobierno y atribuye la percepción tan negativa por parte de la población a una falta de comunicación y de entendimiento del motivo detrás de ciertas medidas y de la complejidad de la situación, además de la falta de solidaridad de la oposición y la creciente polarización política.
