En el año 1991 comenzaba la desmembración de la república socialista de Yugoslavia de carácter federativo, la cual se encontraba formada por Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Montenegro, Serbia, Kosovo y Macedonia del Norte. Este proceso implosionó con diferentes conflictos de carácter armado sucedidos a lo largo del territorio que culminarían con los diferentes estados que hoy conocemos. Guerras como la de Bosnia, Croacia o a la de los Diez Días en Eslovenia marcaron la actualidad europea y mundial de aquella década. Pero ¿Cómo ha sido el antes y el después de esos territorios?
conflicto armado y organización resultante
Concretamente en este artículo nos centraremos en analizar la situación de Bosnia y Herzegovina, es decir, el antes y después del conflicto armado que tuvo lugar en sus fronteras entre 1992 y 1995. El número de muertos de los conflictos yugoslavos se cifra en más de 100.000 personas, aunque en la actualidad no existe un número fijo reconocido a nivel internacional. Dentro de la letalidad de estas cifras destaca la masacre de Srebrenica en la que más de 8.000 bosnios musulmanes perdieron la vida en aquella purga étnica, poniendo a Bosnia en el foco de todas las organizaciones internacionales. Esta es sólo una de las diversas consecuencias negativas que tuvo el conflicto para el territorio bosnia, la pérdida humana. Quizás y seguramente sea la pérdida más grave para un país, pero también hubo otras como la económica.

La guerra llego a su fin con los Acuerdos de Dayton, un tratado de paz firmado en 1995 en la ciudad homónima en EE. UU., por parte de los principales líderes envueltos en el conflicto e impulsado por el gobierno del país americano. Con esto Bosnia y Herzegovina se establecía como una república federal y, además, se preveía una tutela por parte del Consejo de la Unión Europea, algo que se materializaría a través de un alto representante elegido por este órgano (tutela vigente actualmente). Además, la organización territorial del estado balcánico quedaba dividida en dos entidades: la Federación de Bosnia y Herzegovina y en la República de Srpska. A su vez, también existe el Distrito de Brcko, un territorio reclamado por ambas entidades subestatales y que desde el año 2000 posee el status de región autónoma, contando con instituciones propias.
comienzos de la Yugoslavia socialista
Desgraciadamente, el territorio que hoy compone el estado de Bosnia y Herzegovina no ha tenido la mejor de las suertes antes de la guerra de la década de los años 90. En la I Guerra Mundial, pese a no ser de los territorios más grandes de Europa ni más poblados, el 15% de la población perdió la vida en el conflicto. Posteriormente formó parte del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, nombre que cambiaría por el de Yugoslavia. Con la II Guerra Mundial cayó en manos de la Alemania Nazi, viéndose sometido el país a una purga étnica hacia judíos y otras partes de la población. Esta situación terminaría con la respuesta de grupos comunistas liderados por Josip Broz Tito, futuro presidente de la que sería la república federal socialista de Yugoslavia instaurada en 1945, es decir, la que conocemos más cercana a nuestros tiempos.
Con el nuevo modelo de estado, a Bosnia y Herzegovina tampoco le tocó el mejor papel, ya que a pesar de ser reconocida como una república como las otras que formaban el estado federativo, no fueron reconocidos como un grupo étnico diferente. Este cambio en el reconocimiento étnico sucede en el año 1971, antes debían adherirse a las categorías de serbios, por ejemplo.

El boom socioeconómico
Por otra parte, la economía bosnia se encontraba caracterizada por sectores como la agricultura o la minería, pero la acción gubernamental en un claro propósito de aumentar su población urbana apostó por un proceso ambicioso de industrialización. Esto generó que la población urbana de Bosnia y Herzegovina se viese multiplicada por dos, en un período de dos décadas desde el año 1948. A su vez, el sector militar fue otro de los grandes eslabones que introdujo el gobierno de Tito en el territorio bosnia, todo enmarcado en épocas de crecimiento estratosférico de la economía yugoslava. Las exportaciones, la inversión generada por otros países y la senda de desvinculación de Yugoslavia de la URSS motivaron que se diese una situación próspera en materia económica. Además, Yugoslavia gozaba de una posición estratégica en las relaciones con el resto de Europa, dado que habían instaurado su propio modelo comunista y jugaba una figura clave en el escenario de la Guerra Fría.
El período entre los años 50 y los 80 supuso un boom económico y social para el territorio bosnia, una época de prosperidad que llega prácticamente a su fin con el fallecimiento de Josip Broz Tito en 1980. Uno de los eventos que marcan el fin de esta era de bonanza económica es la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984 en Sarajevo. A partir de ese momento, con la llegada del fin de la Guerra Fría, el comienzo de desmembración de otros modelos de corte comunista de Europa (URSS, Hungría, Checoslovaquia…) y la llegada de Slobodan Milošević a puestos de poder. Con la suma de estas variables comenzaría el fin del modelo yugoslavo, llevándose por delante el desarrollo conseguido en Bosnia y Herzegovina años atrás.
Consecuencias de la guerra
Con el estallido de la guerra en 1995 Bosnia y Herzegovina se sumió en un caos económico, humanitario y social. Al alto número de pérdidas humanas había que sumar la devastación que dejó el conflicto a su paso por las localidades del país. Infraestructuras como carreteras, edificios o redes de transporte se vieron dañadas e inutilizadas. Asimismo, la economía quedó herida de muerte y sumiendo en la pobreza a la población, condenándola a desplazarse. Concretamente, se cifró en más de 1.100.000 personas refugiadas en el extranjero y más de 1.000.000 de personas desplazadas dentro del país, teniendo como contexto que el país rondaba los casi 4.400.000 habitantes en 1991 (actualmente se encuentra sobre los 3.200.000 habitantes). Toda aquella bonanza socioeconómica vivida en el pasado quedó sepultada por el conflicto armado.
Con los Acuerdos de Dayton, antes mencionados, se acordaron medidas como el establecimiento de una presidencia rotatoria y de carácter tripartito (bajo la tutela de la UE) para no regresar al conflicto armado, además de medidas (venta o recuperación de viviendas) para todas aquellas personas que se vieron forzadas a abandonar sus hogares y se intentó curar las heridas de la purga étnica acaecida, algo que hoy en día sigue siendo un tema de gran dolor para el conjunto de la sociedad bosnia.

En la actualidad Bosnia y Herzegovina sigue arrastrando la situación crítica que fue generada por el conflicto armado, ya que se ha encontrado marcada por una alta emigración, una gran tasa de desempleo (20,5% en 2017), necesidad de mejoras en el sistema educativo, falta de inversión en infraestructuras y una alta fragmentación del mercado nacional. A pesar de esto y de la necesidad de someter el país a nuevas políticas públicas en el ámbito económico, ha conseguido lentamente salir adelante en lo que al ámbito socioeconómico. Destacando el crecimiento que experimentó entre 2017 y 2019, pero viéndose frenada por la pandemia en el 2020 y estableciendo cifras récord de desempleo (30,5% en 2020). Fuentes del Banco Mundial estiman que sería necesario un crecimiento superior al 5% cada año para que Bosnia y Herzegovina consiguiese alcanzar parcialmente la situación económica de otros vecinos europeos en un período que ronde los 40 años.
En lo que a política exterior se refiere, se han mejorado las relaciones con vecinos balcánicos como Croacia, Montenegro y Serbia, incluso llegado a una petición de perdón pública por parte del estado serbio en relación con los crímenes de guerra. Por otra parte, la UE guarda una estrecha relación con Bosnia y Herzegovina, la cual presentó la solicitud para ser candidato a la adhesión en 2016 y que actualmente se está valorando otorgarle el estatus de candidato oficial.

Con todos estos factores presentes en la situación de este país balcánico, es de rigor reconocer que tiene por delante un camino arduo con multitud de obstáculos para lograr aquella ansiada prosperidad socioeconómica que experimentó en la época titoísta del S. XX. En este proceso que le queda por delante necesita estar aupada por sus vecinos europeos, tratando también de librarse de esa losa política que es la tutela para un país que ha demostrado estar enfocado en su proceso de progreso. Porque no podemos pretender el desarrollo pleno de un estado soberano manteniendo una figura como la tutela que recuerda indudablemente a los actores nombrados para la vigilancia de los procesos de descolonización. Bosnia y Herzegovina no debería ser olvidada a pesar de que en la actualidad existan otros retos en los horizontes europeos. Hace 27 años de aquella guerra. ¿Hemos superado sus consecuencias?
