Palos, piedras y puños. Por lo general, estas no son las herramientas que suelen emplear los cuerpos de defensa convencionales en una confrontación directa con un rival. Sin embargo, en junio de 2020, estos utensilios sí que formaron parte del “armamento” que emplearon miembros del ejército chino e indio. en el enfrentamiento que tuvo lugar en mitad de la noche en el valle de Galwan (Cachemira).
La disputada región de Cachemira junto con la situación del Tíbet. El auge económico chino. Los megaproyectos comerciales chinos o el aumento de la presencia y la influencia militar del gigante asiático en el Mar de la China Meridional. Estos son algunos de los asuntos internacionales más relevantes a los que la India debe de hacer frente en la pugna por la hegemonía del Indo-Pacífico.
A pesar de que ambos países tienen las poblaciones más densas del mundo y unos ejércitos con una cantidad significativa de efectivos con acceso a arsenal nuclear, China se posiciona en la actualidad muy por delante de la India. Sobre todo en términos económicos y militares. De hecho, el segundo socio comercial más importante de Nueva Delhi es Pekín.
La parte más visible de esta rivalidad vecinal entre estas dos potencias se ha reflejado en los límites que separan cada territorio. De los casi 3.500 km de frontera que comparten estos dos colosos asiáticos, hay una región que hace las veces de imán de la inmensa mayoría de disputas territoriales existentes.

Cachemira aparece en el mapa. Al norte del subcontinente indio, aparece el área en donde se han materializado las diferencias entre la India y China desde 1962. En esta fecha fue cuando se produjo el primer enfrentamiento como consecuencia del legado británico en la región. Específicamente, hay que señalar la Línea de Control Actual (LAC por sus siglas inglés) que es la división de facto entre las zonas controladas por India y por China a falta de un acuerdo sobre una frontera real.
Entre las reclamaciones que existen de un bando y otro, se puede mencionar que China asegura que el estado indio de Arunachal Pradesh, que son unos 90.000 km2, forma parte del Tíbet del Sur; mientras que la India reclama parte del territorio perdido en la guerra del 62 y que ocupa una superficie de 38.000 km2.

Como parte de las exigencias de Nueva Delhi, el gobierno de Narendra Modi creó la región administrativa de Ladakh, que incluye la zona de Askai Chin y que esta bajo control chino, lo cual aumentó la tensión territorial entre las potencias asiáticas.
El Tíbet, como no podía ser de otra manera, también juega un papel significativo y simbólico en las diferencias entre China e India. El levantamiento popular en Lhasa, capital del Tíbet, en 1959 fue consecuencia de la ocupación china. El posterior exilio del Dalái Lama en Dharamsala (India), provocó que Pekín asumiera una postura sumamente crítica con el gobierno en el exilio tibetano y, por supuesto, con el país de acogida.
La otra cara de la moneda, ha sido el abanderamiento del gobierno indio de la causa tibetana. Su exposición mediática por todo el mundo con el objetivo de mostrar a China como un régimen férreo que oprime a comunidades religiosas y culturales distintas ha sido constante.

Aunado a este contexto de disputas geográficas, se debe añadir al histórico enemigo regional y religioso de la India: Pakistán.
Islamabad ha mantenido un vínculo de cooperación y amistad desde hace tiempo con Pekín. La alianza sino-pakistaní se ha concretado en planes de inversión en infraestructura por valor de unos 60.000 millones de dólares para la renovación y actualización del estado árabe. Esta apuesta por parte del ejecutivo chino se enmarca dentro de su faraónico proyecto One Road, One Belt.
La respuesta india no se ha hecho esperar. Nueva Delhi ha acusado en varias ocasiones a Pekín de estar utilizando la financiación como método de transferencia de tecnología militar para la mejora del armamento nuclear del que ya dispone Pakistán.
Los intereses chinos e indios llevan chocando durante varias décadas. La lucha por el control del Indo-Pacífico está más presente que nunca. La respuesta internacional también es visible.
La sinergia estadounidense, japonesa y australiana es evidente. Además, a esto se añade la India. Región que trata de hacer las veces de contrapeso geopolítico, militar y económico ante el voraz crecimiento de una China. El gigante asiático busca de manera persistente y eficaz consolidarse en la zona como potencia regional. Lo que podemos esperar es que China hará todo lo que esté en su mano por expandir su influencia más allá de sus actuales áreas de dominio.

