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El boom de la industria militar coreana

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Corea del Sur ha aumentado en un 177% las exportaciones de armas en una década. Actualmente, Corea del Sur es el octavo mayor exportador de armas a nivel mundial pero el presidente Yoon Suk-yeol quiere impulsar al país asiático hasta nada menos que al cuarto lugar en el mercado, sólo por detrás de Francia, Rusia y Estados Unidos.

La industria militar coreana ha seguido una trayectoria lenta pero a paso firme que le ha permitido ganarse un hueco en el mercado militar mundial. La gran calidad de sus equipos militares, precios competitivos y la guerra en Ucrania permiten a Corea aspirar a más.

El origen del «boom»

En 1953, tras la firma del Armisticio de la Guerra de Corea que ponía fin a las hostilidades, Corea del Sur dependía enteramente de Estados Unidos para hacer frente a su seguridad. Sin embargo, la permanente amenaza norcoreana y debido a que Estados Unidos tenía que centrarse en otros conflictos durante la Guerra Fría, como la Guerra de Vietnam, hicieron que Corea del Sur impulsara el desarrollo de una industria militar doméstica con el objetivo de alcanzar ciertos niveles de autosuficiencia en caso de que se produjera una reanudación de las hostilidades con su vecino del norte. El desarrollo de la industria se realizó en colaboración estrecha junto a empresas militares americanas de las cuales obtuvieron un importante traspaso de tecnología militar. Además, el gobierno coreano decidió invertir gran parte de la ayuda económica que recibía de Estados Unidos en desarrollar la industria militar.

La industria militar contribuyó de forma muy significativa al rápido proceso de industrialización que experimentó Corea del Sur durante años 80 y 90, como demuestra el desarrollo local de un gran número de tecnologías de doble uso que podían destinarse a fines civiles como militares. En esos años, Corea del Sur pasó de producir localmente uniformes militares y armas de fuego a productos mucho más avanzados como vehículos terrestres, aviones de combate y sistemas de misiles.

Un posible nuevo enfrentamiento con Corea del Norte ha sido la principal fuerza motriz detrás de la política de defensa de Corea del Sur durante las últimas décadas. Esto también se ha visto reflejado en su industria militar. Mientras las principales empresas militares occidentales pasaron a centrarse en desarrollar productos más eficaces que Estados Unidos y los países europeos demandaban para su lucha contra el terrorismo, Corea del Sur siguió concentrándose en la guerra convencional y terrestre. Es en el escenario terrestre donde la industria militar surcoreana tiene dos de sus productos estrella: El obús autopropulsado K-9 Thunder y el carro de combate K-2 Black Panther.

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Los obuses K-9 en una exhibición con fuego real en 2011 en Corea del Sur | defensenews.com

La exportación de las armas surcoreanas

No obstante, la industria militar surcoreana no destaca únicamente por el K-9 Thunder y el K-2 Black Panther, sino que tiene un extenso catálogo de equipos militares de última generación y muy sofisticados:  el vehículo de combate de infantería K-21, los cazas KAI FA-50, los sistemas de misiles antiaéreos KM SAM, los submarinos KSS-IIILos equipos militares coreanos ha sido muy bien recibidos en el mercado global de armas. El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) ha calculado que en cinco años, Corea del Sur ha disparado un 177% sus exportaciones armamentísticas hasta conseguir un 2,8 % de cuota de mercado y alcanzar el octavo lugar como mayor exportador de productos militares.

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Cambios en el volumen de exportaciones de armas de los principales exportadores desde 2012–16 a 2017–21 | SIPRI

En el último lustro, las exportaciones militares coreanas estuvieron concentradas en Oceanía y Oriente Medio aunque también está presente en el mercado europeo.

En 2021, Corea del Sur firmó un contrato por un valor estimado de 900 millones de dólares con Australia para suministrarle 30 obuses K-9 y 15 vehículos de abastecimiento de municiones K-10. En enero de 2022, Corea del Sur selló su contrato más grande hasta esa fecha con los Emiratos Árabes Unidos por un total de 3. 500 millones de dólares para proporcionarle los sistemas de antimisiles KM SAM. Además, firmaron varios acuerdos de cooperación y desarrollo de tecnología militar. En febrero, se anunció la firma de un contrato con el gobierno egipcio por un valor de 1.700 millones de dólares a cambio de cerca de 200 K-9 y un número no publicado de vehículos de apoyo como el K-10 y K-11.

Es, no obstante, en agosto de 2022 cuando la industria militar coreana da un golpe sobre la mesa y bate en menos de un año su mayor contrato. Corea del Sur firmó con Polonia un megacontrato por 5.760 millones de dólares a cambio de cerca de 1 000 carros de combate K-2, más de 600 K-9 y 48 cazas FA-50 que deberán ser entregados antes de 2026. Esto es además, sólo el comienzo de lo que espera ser una cooperación estrecha entre ambos países ya que la intención es que las empresas militares puedan producir localmente en Polonia e incrementar el intercambio tecnológico. Además, a finales se conoció que Polonia también habría adquirido 288 lanzacohetes MLRS K239 Chunmo por los que pagará otros 3. 500 millones de dólares.

El éxito de sus sistemas de armas

Ya no es sólo por sus precios competitivos, el K-2 ganó el contrato polaco gracias a su rendimiento frente al americano M1 Abrams y el Leopard alemán, los dos carros de combate que dominan actualmente el mercado de armas occidental, así que las capacidades del K-2 no tiene nada que envidiar a los principales tanques. Lo mismo se puede decir del obús K-9, que representa actualmente más de la mitad del mercado mundial de obuses autopropulsados.

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El carro de combate K-2 durante la exhibición DX Korea 2018 | militaryleak.com

Muchos de los equipos militares coreanos fueron desarrollados cumpliendo los estándares de la OTAN, como el mismo K-9 o los MLRS K239 Chunmo, lo que los hace atractivos para los países de la Alianza que no los tendrán que adaptar para sus ejércitos. Además, las empresas militares coreanas afirman que intentan adaptar sus productos a las necesidades defensivas de los clientes, así como a las posibles amenazas a las que tendrán que hacer frente. Asimismo, se muestran más abiertos a producir localmente sus productos y a la transferencia tecnológica con sus clientes que otras empresas militares occidentales las cuales suelen ser más cautelosas y sobre todo las estadounidenses. Finalmente, un gran punto a favor son sus rápidos tiempos de entrega. Las empresas militares americanas suelen ser las más demandadas y además suelen priorizar al gobierno estadounidense frente a otros clientes, mientras que Corea del Sur mantiene una alta capacidad de producción, la cual además tienen intención de ampliar, y permite a sus clientes recibir sus equipos en menores plazos. Una muestra de esto es que Polonia ya ha recibido los primeros K-2 y K-9, menos de tres meses después de anunciar la firma del contrato.

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El Ministro de Defensa polaco Mariusz Błaszczak en la recepción de los primeros K-9 y K-2 el pasado 6 de diciembre en Gdynia (Polonia) | Ministerio de Asuntos Exteriores de Polonia

La Guerra de Ucrania y el futuro de la industria militar coreana

El envío de material militar por parte de países de la OTAN al gobierno ucraniano ha hecho que éstos hayan visto reducidos considerablemente sus arsenales y necesiten reponerlos de forma urgente. Esto es más patente en los estados del Este de Europa que son miembros de la OTAN y se sienten más amenazados por las acciones bélicas rusas en sus inmediaciones. Desde Estados Unidos ya avisan de que les llevará varios años reponer su propio inventario y hacer frente a los envíos de sus aliados.

Es en este contexto donde las empresas militares surcoreanas han encontrado una ventana de oportunidad. Sin ir más lejos, una muestra de ello es el megacontrato con Polonia. El gobierno polaco, tras entregar todos sus 240 carros de combate T-72 junto con otros materiales de tiempos soviéticos a Ucrania, necesitaba no sólo reponer estas capacidades, sino ampliarlas ante la amenaza de Rusia. Todo ello en el menor tiempo posible para no ser vulnerable así que la oferta surcoreana se alzaba como una muy buena propuesta debido a sus tiempos de entrega, precio y eficacia. No sería de extrañar que otros miembros de la OTAN del flanco oriental siguieran la estela de Polonia ante los atascos que sufren las empresas estadounidenses. Aunque esto no favorezca los intereses económicos de Estados Unidos al entrar otro competidor fuerte en su mercado de armas, sí que refuerza sus intereses estratégicos al no dejar desprotegidos a sus aliados y darle tiempo para reponer su propio arsenal.

Otra oportunidad para las empresas coreanas puede ser de aquellos países que se quieren distanciar de Rusia pero que tampoco quieren firmar contratos militares con Estados Unidos por temor a represalias del Kremlin. Corea del Sur puede representar para ellos un punto intermedio en esta ecuación donde, a pesar de ser un aliado fiel de Estados Unidos, no es un país de la OTAN o un rival directo de Rusia.

El presidente surcoreano Yoon Suk-yeol participó como invitado en la última cumbre de la OTAN en Madrid y mantuvo numerosas reuniones explorando oportunidades para la industria militar coreana con los estados miembro. Yoon quiere que Corea del Sur se convierta en uno de los principales exportadores en los próximos años. Teniendo en cuenta los contratos que ha firmado sólo en 2022 que superan los 10 mil millones de dólares, no es algo que parezca estar fuera de su alcance.

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