Estos últimos años, debido especialmente al lockdown de la economía mundial durante los confinamientos provocados por la COVID-19, han surgido intentos de encontrar maneras de obtener beneficios rápidamente y desde la comodidad de los hogares. Si algo ha sido tema de conversación durante el año 2021 es la blockchain, las criptomonedas, los NFT y todos los derivados etimológicos de la especulación en un mercado de objetos y dinero virtual. Muchos analistas y avezados estudiosos del mercado de las criptomonedas auguran que el futuro de la economía internacional reside en estos intercambios económicos y en lo conocido como “minería”. Si atendemos a datos estadísticos, el comercio y la industria de criptomonedas han supuesto un total de 3 billones de dólares estadounidenses en el año 2021, en donde el bitcoin representa el 41% de toda esa capitalización.
Si bien lo “cripto” ha venido para quedarse en la sociedad, parece que aún es un tema marginal para la mayoría de la población y que gran parte del interés para imponerlo como una realidad económica proviene de las empresas y los grandes capitales capaces de hacer un gran negocio con estas transacciones. Para algunos analistas, este nuevo mercado puede suponer una democratización de la economía ya que es un recurso financiero al alcance de cualquiera que quiera invertir dinero y tiempo en ello. Pero el mercado de la blockchain esconde tras de sí numerosas particularidades que pueden hacer tambalear el sistema tanto a corto como a largo plazo, pudiendo generar una grave inestabilidad de la economía internacional.
El minado de criptomonedas es un proceso de producción a través del uso continuado y sostenido de la electricidad por medio de equipamiento informático, especialmente tarjetas gráficas. Es por esto que, tanto el comercio como su minado requieren ingentes cantidades de recursos energéticos y productivos, especialmente materiales conductores y semiconductores. El mercado de semiconductores disparó su demanda durante la pandemia, algo para lo que los productores y distribuidores de chips no estaban preparados, ya que el consumo de materiales eléctricos no esperaba un crecimiento exponencial antes de la Covid-19. La red internacional de suministros de estos materiales dependía en gran medida de países asiáticos como Taiwán o Corea del Sur, los cuales sufrieron duramente los estragos de la pandemia y se vieron obligados a reducir sus producciones.
A su vez, el repentino surgimiento de un mercado financiero basado enteramente en lo digital ha llegado en un momento donde los mercados energéticos internacionales aumentan radicalmente sus precios. El petróleo, que había alcanzado mínimos históricos en febrero de 2020, comenzó una meteórica subida a principios del año 2021 hasta alcanzar datos de 2015. Los precios del gas en Europa, si atendemos a los análisis de la Agencia Internacional de la Energía, han alcanzado valores récord sin precedentes en décadas, produciendo una alta demanda de un mineral que se creía en decadencia como recurso energético: el carbón, que también ha visto aumentada su demanda.

El crecimiento de los precios es una señal inequívoca de que los países productores no son capaces de suplir toda la demanda energética. Esto, sumado a una constante inestabilidad de las situaciones políticas en Europa, Medio Oriente y África del Norte; ha provocado que las líneas de suministro de gas y petróleo se estén encareciendo considerablemente. Los países tradicionalmente consumidores aumentan su demanda gracias a la progresiva atenuación de la crisis pandémica, mientras que los países productores están reduciendo sus producciones para suplir las demandas internas de energía. A su vez, el conflicto entre la Federación Rusa y Ucrania ha puesto en suspenso la apertura del gaseoducto Nord Stream 2, que aumentaría el flujo de gas hacia Europa y ayudaría reducir el aumento de precios. Pero su certificación por parte de Alemania ha sido bloqueada por el gobierno alemán debido a los últimos acontecimientos en el conflicto.
Este encarecimiento de la energía en los países occidentales supone que el minado de criptomoneda sea mucho más rentable en países productores y exportadores de petróleo, gas y carbón. China era la mayor productora de minado de criptomonedas (34% del total mundial) hasta que el gobierno chino prohibió cualquier tipo de transacción y producción que se escape al control financiero de Pekín. Esta decisión fue tomada para intentar acabar con el predominio de las criptomonedas Bitcoin y Ethereum, cuya emisión proviene de entidades no monetarias y que está radicalmente en contra de la nueva política china de replanificación de la economía tras años de crecimiento exponencial. El 24 de septiembre de 2021, fecha de la prohibición china, Bitcoin y Ethereum sufrieron grandes caídas de su valor (6% y 7%, respectivamente). La pregunta que surge ahora es: ¿dónde fueron todas las empresas de minado chinas?
Los países elegidos por los minadores exiliados han sido mayoritariamente países centroasiáticos, y en concreto Kazajistán, que acapara en la actualidad cerca del 18% del total mundial, mientras que Uzbekistán ha relajado sus medidas coercitivas sobre el comercio de las criptomonedas, si bien no sobre la producción. Otro país centroasiático como Kirguistán ha comenzado a expedir algunas licencias a cambio de imponer impuestos sobre el sector, pero las reticencias de las autoridades han llevado a que el minado se continúe haciendo de manera underground. Una granja con capacidad para 10 mil dispositivos de minado consume una energía equivalente al de 40 mil personas en un país en el que, durante los duros inviernos esteparios, en numerosas ocasiones ha sufrido cortes de suministros energéticos debido a la insuficiencia productiva.
Otro estado que se ha beneficiado de la prohibición china ha sido la República Islámica de Irán, que durante los últimos años ha acogido con los brazos abiertos tanto las empresas de minado (legales o ilegales) como el uso de criptomonedas como vía para aliviar la prohibición de intercambios comerciales en dólares, el uso del sistema bancario SWIFT y las sanciones económicas. De enero a abril de 2021, entre el 3.5% y el 4.5% del minado mundial tuvo lugar en Irán, un país cuya energía tiene uno de los costes más bajos del mundo (actualmente 0.004 dólares estadounidenses por kWh) y situándose como el uno de los países que más electricidad consume de la región de Oriente Medio. El gobierno iraní ha ido impulsando una política de concesión de autorizaciones para empresas de minado en un intento de combatir las restricciones de su sistema bancario. El problema reside en que la mayoría esta actividad escapa del control del gobierno islámico, al igual que a sus correligionarios centroasiáticos, y el consumo derivado de ella, sumado a los cortes de energía que se han venido produciendo en el país persa durante las estaciones veraniega e invernal, ha llevado al gobierno iraní a prohibir temporalmente hasta en dos ocasiones el minado de criptomonedas. Esto ha permitido a la República Islámica liberar cerca de 2oo MW por habitante.
Esta tendencia de prohibición temporal se ha realizado durante el año 2021, en el que el gobierno iraní impuso en el mes de mayo una nueva prohibición sobre la actividad hasta septiembre de ese mismo año. El nuevo gobierno islámico de Ebrahim Raisi se ha comprometido a desarrollar el sector de las energías renovables (especialmente la hidroeléctrica) y a mantenerse firme en la necesidad del país de producir energía nuclear con fines civiles en un país cuya demanda interna, como hemos visto, es sumamente alta. La dificultad reside en que tanto el problema como la solución requieren una enorme capacidad de inversión en infraestructuras y, sobre todo, un acceso a los mercados internacionales que actualmente el país iraní no tiene.
Las protestas en Kazajistán que tuvieron lugar en enero de este año han demostrado la fragilidad de un mercado financiero como el de las criptomonedas. Las protestas en el país kazajo, que duraron desde el 2 de enero hasta el 11 de enero de 2022, tuvieron sus raíces en el aumento de precios del gas casi derrocan al gobierno central de no ser por la intervención del aliado ruso y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Una de las primeras medidas adoptadas por el presidente Tokayev fue desconectar los servicios de telecomunicaciones y el internet a fin de evitar que los protestantes usaran las redes sociales, que se habían constituido como el medio de convocatoria de las mismas. Esta desconexión en el segundo mayor productor de Bitcoin del mundo hizo caer el valor de la moneda hasta los 43 mil dólares, perdiendo entre el 1 y el 21 de enero el 12% de su valor, mientras que Ethereum cayó un 27% y Dogecoin un 19%.

Uno de los mercados más volátiles del mundo depende actualmente de regiones inestables y factibles de sufrir conflictos político sociales de gran calado. El mes de enero no solo supuso las protestas en Kazajistán, sino que también hizo resurgir un histórico conflicto fronterizo entre Kirguistán y Tayikistán, que llevaba activo desde mayo de 2021 y que provocó la movilización de unidades de ambos ejércitos hacia la frontera entre los dos países. La República Islámica de Irán, aparentemente, permanece estable, pero sus capacidades de maniobra e infraestructuras no pueden suplir el estallido de conflictos en los países de Asia Central, por lo que parece un mercado muy condicionado, lo quieran los grandes inversores o no, por la geopolítica internacional.
Si atendemos a los datos, actualmente la distribución del minado internacional depende en un 35% de Estados Unidos, por lo que el mercado de las criptomonedas parece seguro mientras el país norteamericano mantenga bajas las regulaciones y los impuestos a este mercado. Actualmente, países de todo el mundo están desarrollando o, al menos, intentando desarrollar sus propias monedas virtuales, pero Estados Unidos sigue sin un plan de crear una unidad financiera virtual, vacío que ha sido llenado por la industria privada. La geopolítica internacional puede jugar un papel fundamental en el futuro de este mercado, especialmente porque otros grandes productores de criptominería no son tan políticamente estables o pueden estar sujetos a conflictos internacionales que reduzcan las capacidades energéticas o que directamente hundan la economía del país.
La crisis energética europea no parece solucionarse, especialmente con el surgimiento del conflicto entre Rusia y Ucrania. Europa va a depender del gas que entra desde el norte de África o desde Turquía, así como de los envíos de gas licuado por parte de Estados Unidos. Las recientes conversaciones sobre este tema han demostrado que, a pesar de las capacidades exportadoras de países productores de gas licuado como Qatar y otros países del Golfo, no podría suplirse las ingentes cantidades de energía necesarias para prevenir la falta del gas ruso hacia Europa debido a la falta de infraestructuras y capacidades productivas a corto plazo.
La situación mundial no parece favorable al nuevo mercado en ciernes, a pesar de que las predicciones de los expertos siempre son al alza. Para finales de 2021, se esperaba que el Bitcoin alcanzara el valor de 100 mil dólares, pero apenas llegó a la mitad de lo esperado. La tendencia es alcista, y así debe serlo para un mercado que funciona por la cantidad de personas invirtiendo a corto plazo, pero ¿hasta qué punto sería rentable minar en un mercado energético cada vez más caro? Sin duda, otra pregunta que puede surgir es hasta qué punto la regulación de los países y la adopción de criptomonedas curso legal atenta directamente con el propósito de la descentralización y desregulación de los mercados.
China ya emitió su moneda virtual, el yuan digital, en 2021, y en gran parte de ese interés por promocionar su propia moneda ha llevado a la prohibición del minado de criptomonedas extranjeras. Bahamas fue el primer país del mundo en crear una moneda digital oficial, el sand dollar, mientras que países como India, Pakistán, Malasia y Sudáfrica tienen planes de emisión de su propia unidad monetaria digital. Un ejemplo de país que ha adoptado el bitcoin como moneda de curso legal ha sido El Salvador, y los resultados no auguran nada positivo porque, precisamente, el valor de los activos de un país debe ser respaldado por una moneda fuerte y estable. El resultado de la adopción ha disparado las alarmas financieras internacionales, especialmente del FMI, que ha instado al país salvadoreño a revertir la decisión debido a las graves distorsiones financieras que puede provocar tanto en la deuda del país como en la fiscalidad.
Parece que, por ahora, el mercado crypto sobrevive y crece, al menos gracias a la industria privada. La crisis energética europea y la inestabilidad de las regiones de las que procede el minado de las monedas digitales no favorece la estabilidad de precios en un mercado intrínsecamente volátil y dependiente de inversores privados. El crecimiento y desarrollo de este mercado descentralizado depende de los países productores de energía, ya que el comercio sin producción, incluso en un mercado digital, no es sostenible a largo plazo.
¿Logrará el mercado de divisas digitales capear la crisis? A nivel internacional varios países se han sumado a la prohibición de las criptos, entre ellos Argelia, Marruecos, Iraq, Qatar, Omán, Túnez, Bangladesh y la ya mencionada China. Otros 42 países, incluyendo Bolivia, Bangladesh y Bahréin han impuesto severas restricciones al mercado de monedas virtuales. Las zonas grises de producción ilegal parecen proliferar cada vez más en países con pocas capacidades de regulación, ¿puede el futuro de la descentralización financiera quedar en manos de países económicamente centralizados? Por ahora parece que la tendencia es que allí donde haya exportación energética, habrá minado. Y es ahí donde entra en juego la energía de las estepas.